En una inusual aparición conjunta el rey Carlos III de Inglaterra ha hecho acto de entrega a su hijo el príncipe Guillermo un alto título militar, un cargo que llevaba más de tres décadas ocupando. Con la ceremonia el monarca acelera la vuelta a sus obligaciones públicas tras el diagnóstico de cáncer.
A sus 75 años, el rey Carlos entregó a su primogénito el título de Coronel Jefe del Cuerpo Aéreo del Ejército tras ostentar el título durante 32 años.
La entrega oficial del cargo se ha realizado delante de un helicóptero Apache en el Cetro de Aviación del Ejército en Middle Wallop, en el sur de Inglaterra.
En declaraciones a la prensa el rey Carlos quiso ensalzar la habilidad del príncipe Guillermo quien voló helicópteros de búsqueda y rescate de la Real Fuerza Aérea británica: “Es un piloto muy bueno”, afirmó.
El monarca destacó la “tristeza” con la que se despedía de su puesto, pero estaba seguro de dejarlo en buenas manos. El Cuerpo Aéreo del Ejército irá “viento en popa” con su hijo al frente.
El príncipe Enrique cuenta con una gran experiencia en las Fuerzas Armadas de Reino Unido ya que sirvió durante una década, en esos años participó en varias misiones importantes, una de ellas en Afganistán. Según él mismo desprende de sus memorias fue en la misión de Afganistán donde asesinó a unos “veinte combatientes talibanes”.
Esta trasferencia del cargo al príncipe Guillermo supone un nuevo revés para Enrique quien en poco tiempo ha visto como su padre y familia le relegan. La semana pasada el duque de Sussex aterrizó en Inglaterra con motivo de la ceremonia de los Juegos Invictus, pero su padre no pudo reunirse con él debido a la “apretada” agenda del monarca.
A pesar de la enfermedad del rey Carlos III y su cuñada Kate Middleton parece que la relación entre ellos se vuelve más fría y distante.
La ceremonia fue el último compromiso de Carlos desde que volvió al trabajo a finales de abril, casi tres meses después de que el Palacio de Buckingham anunciara que estaba siendo tratado de un tipo de cáncer no especificado.
El príncipe de Gales, de 41 años, también se había tomado un descanso de sus obligaciones oficiales durante varias semanas en marzo y abril de este año, optando por pasar tiempo con su esposa y acompañarla después de que ella revelara que se estaba sometiendo a quimioterapia preventiva contra el cáncer.
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