Jornada intensa la que tiene por delante el príncipe Guillermo. 20 días han pasado desde que le fotografiaron por última vez. Fue abandonando la London Clinic, cuando apenas habían pasado 48 horas desde que Kate Middleton se sometió a una operación abdominal de la que aún se está recuperando. Este problema familiar le forzó a despejar su agenda para volcarse en su mujer, que permaneció dos semanas hospitalizada, y en los tres hijos que tienen en común. Pero el reciente diagnóstico de cáncer para el rey Carlos III, su padre, le ha obligado a modificar su hoja de ruta. 

Ahora que el monarca ha iniciado el tratamiento contra el tumor que le acaban de detectar, al heredero al trono británico no le ha quedado otra opción que volver a colocarse en la primera línea. Y este miércoles, a media mañana, se ha producido su esperada reaparición pública.

El escenario de la misma ha sido el castillo de Windsor, donde el príncipe Guillermo ha asistido a una investidura en la que se ha reconocido la trayectoria de la exfutbolista inglesa Ellen White. También de otros nombres célebres como David Shreeve, cofundador de un grupo de acción medioambiental, o de Francis Dickinson, el hombre que logró localizar los restos de un submarino perdido que llevaba perdido en el fondo del mar desde la Segunda Guerra Mundial.

Esta noche, escasas horas después de este acto matinal, el príncipe de Gales se enfrentará a un segundo compromiso: una cena de gala en la que se recaudarán fondos para la London's Air Ambulance Charity, cuyo objetivo es conseguir 15 millones de libras para sustituir la flota de helicópteros de la London's Air Ambulance Charity. Él fue piloto de la ambulancia aérea durante su juventud, por lo que este evento le permitirá reencontrarse con muchos de sus antiguos compañeros de tripulación. También pronunciará un discurso.

Con el que parece que no se verá cara a cara será con su hermano, el príncipe Harry, que este martes aterrizó en Londres para visitar a su padre. Según la información que manejan los tabloides británicos, el duque de Sussex permaneció 45 minutos en Clarence House, la residencia oficial del monarca. Tras este encuentro, el rey se desplazó junto a la reina Camila hasta su finca de Sandringham mientras su hijo se trasladó al hotel en el que habría pernoctado.

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