La reforma migratoria aprobada por el gobierno de Emmanuel Macron y aplaudida por la ultraderecha ha sacudido Francia. La primera ministra gala, Elisabeth Borne, ha admitido que tiene "dudas" de que todos los artículos incluidos en la polémica norma cumplan con la Constitución, por lo que ha adelantado que el Gobierno solicitará un pronunciamiento del Consejo Constitucional. El ministro de Sanidad ha dimitido por su disconformidad con la decisión del Ejecutivo.
Un día después de que el Parlamento respaldase un nuevo proyecto que, al segundo intento, sí contentó a Los Republicanos y a Agrupación Nacional, liderada por la ultraderechista, Marine Le Pen, la ministra Elizabeth Borne ha advertido en una entrevista a France Inter que algunas de las concesiones hechas a esta formación, pueden haber traspasado la barrera de la legalidad.
"Por ejemplo, se prevé que si mañana alguien se casa con un canadiense o un japonés, no pueda venir a Francia si no habla bien francés", ha dicho, al aludir a alguno de los aspectos de fondo y forma sobre los que el Gobierno tiene ahora recelos.
Aun así, Borne ha explicado que pidió el voto a favor para "responder a las preocupaciones de los franceses" y, de hecho, durante la entrevista ha declarado que tiene "el sentimiento del deber cumplido", después de que la tramitación haya puesto contra las cuerdas la estabilidad de la mayoría que a día de hoy sustenta al Gobierno.
"Queríamos votar un texto con medidas útiles, eficaces, esperadas por nuestros ciudadanos, con dos objetivos: expulsar más eficazmente a quienes no tienen derecho a estar en Francia y supervisar mejor a aquellos a los que queremos acoger", ha resumido.
Asimismo, ha negado que haya "crisis de la mayoría", alegando que casi el 80 por ciento de los legisladores que habitualmente apoyan al Gobierno votaron a favor. Por contra, tanto la derecha clásica como la ultraderecha reivindicaron como una victoria ideológica los cambios introducidos en una comisión mixta de diputados y senadores.
Entre quienes han evidenciado su malestar figura el ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau, y aunque Borne afirmó en su entrevista que el presidente, Emmanuel Macron, no había recibido ninguna petición de dimisión, finalmente la renuncia ha terminado por confirmarse.
El portavoz del Gobierno, Olivier Véran, ha anunciado en rueda de prensa la salida, aclarando que "no hay ningún movimiento de revuelta ministerial", en un intento por circunscribir la salida de Rousseau a una decisión personal y no a un malestar generalizado.
Rousseau ha agradecido en redes sociales tanto a Macron como a Borne el "inmenso honor" que ha supuesto el cargo de ministro y ha deseado "lo mejor" a su sucesora, Agnès Firmin Le Bodo, "mujer de talento y compromisos".
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