Este 7 de noviembre ha supuesto un día grande en la trayectoria de Carlos III como monarca. Aunque su ascenso al trono se produjo hace más de un año, justo después de la muerte de Isabel II, la ceremonia de apertura del Parlamento con la que se da inicio del año parlamentario ha acogido su primer ‘discurso del rey’ (también conocido como ‘discurso del trono’).
Una peculiar intervención que ha arrancado con un recorrido en carruaje dorado desde el Palacio de Buckingham hasta Westminster. En esta procesión ha estado escoltado por su hermana, la princesa Ana, que ha ejercido de 'Gold-Stick in-Waiting', papel que se otorga a la quien se le confía la seguridad personal del máximo representante de la monarquía.
Con corona, capa y acompañado por la reina Camila, el rey Carlos III ha accedido por la 'puerta del soberano' a la Cámara de los Lores, donde le esperaban en pie y en un silencio solemne los diputados.
Tal y como puedes ver en el vídeo que abre esta noticia, una vez sentado en el trono se ha producido uno de los momentos más simbólicos (y curiosos) del acto: ese en el que a Sarah Clarke, la mujer que ocupa el cargo de 'Black Rod' y que ejerce de representante de la Corona en las estancias reales del palacio de Westminster, le han cerrado la puerta de la Cámara de los Comunes 'en las narices', literalmente, como símbolo de la independencia y la soberanía del Parlamento respecto a la monarquía. Minutos después, con los Lores ya en la cámara contigua, el monarca ha tomado la palabra.
Durante casi diez minutos de intervención, Carlos III ha leído un texto escrito por el Gobierno en el que se exponen las leyes que se pretenden implantar a lo largo del curso 2023-24. Tal y como rige el protocolo, el rey está obligado a enumerar las propuestas que se le han trasladado en un tono especialmente neutro para evitar que se intuya cualquier tipo de inclinación política.
Una vez concluida su alocución, tanto el rey como la reina consorte se han dirigido hacia la puerta (de nuevo en silencio sepulcral) para abandonar el Palacio de Westminster y permitir que los diputados debatan el contenido de este tradicional discurso.
Mientras el Parlamento albergaba este acto histórico (que seguramente sea el último antes de las elecciones generales previstas para el próximo año), en el Palacio de Buckingham, residencia oficial de la familia real británica, también había movimiento. Según marca la tradición, siempre que el monarca se encuentre en el Parlamento, el diputado del Gobierno que ocupa el cargo de vicecamarlengo de la cámara debe permanecer en palacio como si fuese una especie de 'rehén' para garantizar el regreso seguro del rey.
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