Lo sucedido hace unos días en Libia fue una tragedia difícil de imaginar. Este viernes han salido a la luz imágenes de los primeros momentos de la inmensa inundación del valle Wadi Derna, tras el mortífero colapso de las dos presas. Ni así nos podemos hacer una idea de la magnitud de una catástrofe en la que las autoridades empiezan a asumir culpas.
Lunes, minutos antes de las tres de la madrugada. Las presas cercanas a Derna han colapsado y toneladas de agua y barro inundan las calles de la ciudad libia. En cuestión de minutos el torrente supera los siete metros de altura. Decenas de vehículos son arrastrados hasta el mar y numerosas viviendas son destruidas con familias enteras refugiadas en su interior.
Un desastre que algunos vaticinaban horas antes, viendo la situación de las infraestructuras superadas por el paso de la borrasca Daniel. Han pasado cinco días y la imagen aérea de Derna es aterradora.
Los equipos de bomberos españoles -con la colaboración de la ONG Acción Norte) han dormido al raso, después de horas de trabajo en edificios colapsados, pero sin encontrar a nadie con vida. El número de muertos, se teme, puede alcanzar los 20.000, ahogados bajo toneladas de barro y escombros o arrastrados a un mar teñido de tragedia y que hoy devuelve los cuerpos en playas a 100 kilómetros de distancia.