“No tenemos ninguna noticia de nada. El hotel no nos ha dicho nada oficialmente. El consulado está cerrado. Los vuelos para volver, imposible. Lo tenemos el lunes y queríamos volver antes y no hay vuelos. Tenemos miedo por si se va a repetir. Estamos en una burbuja, pero no sabemos fuera de aquí lo que hay”. Es la denuncia de Elena, una malagueña de Alhaurín de la Torre, que está de vacaciones en Marrakech con sus hijos, de 10 y 14 años. “Las últimas antes de empezar el cole”, dice, “y te pasa esto”. Han estado toda la noche tirados en el suelo, junto a la piscina de un hotel de lujo lleno de cascotes. Allí, salieron de forma ordenada tras el fortísimo terremoto que llegó a sentirse en varios puntos de España.
“No te crees lo que ha pasado”, expresa en declaraciones a ‘Informativos Telecinco’ en una llamada telefónica en la que podemos escuchar que se suceden los sonidos de ambulancias y de helicópteros. Elena estaba en su habitación preparando el bolso para una excursión al Zoco el día siguiente cuando la tierra tembló. En “una burbuja”, “en una zona privilegiada”, un hotel reciente de cinco estrellas en Marrakech, las paredes se resquebrajaron y el suelo se llenó de cascotes. Está en una de las ciudades más turísticas del país, donde las autoridades han contabilizado varias víctimas mortales.
Eran las 23:11 del viernes, cuando el seísmo, con epicentro a 71 kilómetros de Marrakech, sacudió la tierra también en otras provincias y municipios de Al Haouz, Ouarzazate, Azilal, Chichaoua y Taroudant, en el centro y sur de Marruecos. A esa hora, los huéspedes del hotel en el que se aloja Elena con su familia ya estaban en sus habitaciones, porque el espectáculo nocturno había terminado a las 22:30. "Unos en la cama, otros de pie...", cuando todo tembló. “Se movía el suelo, se movían las escaleras”, recuerda.
“Nos fuimos todos corriendo como estábamos”, aunque “muy ordenadamente, no hubo ningún altercado”. Bajó dos plantas desde su habitación. Esos segundos “se te hacen eternos. Te puedes imaginar”. “Nos fuimos para la zona de las piscinas y ahí hemos pasado la noche entera. Nadie podía volver a su habitación. Toda la noche en el suelo”, cuenta. Allí, explica, “había muchísimos niños gritando, llorando, la gente muy asustada”. Salieron con lo puesto, “en camisón, sin chanclas, sin móvil, sin nada”.
“Aquí refresca muchísimo por la noche y hace muchísima humedad… Estaban los niños congelados”, así que algunos se atrevieron a volver a subir a las habitaciones a por edredones. Los trabajadores, destaca, también estuvieron toda la noche “intentando darnos cojines, agua…”. “El hotel ha dejado en manos de los trabajadores que nos echen una mano, que se apiaden de nosotros”, dice, lamentando que “esos propios trabajadores ahora cuando vuelvan a sus casas tampoco sé lo que se van a encontrar. Yo no sé qué trabajadores va a haber aquí, qué servicios…”.
El edificio, que “no es de adobe” como muchos en el país y es bastante reciente, tiene “los tabiques resquebrajados”, lámparas por el suelo. “La sala de recepción tiene bastantes grietas y ha habido muchos cascotes”, detalla. Ya por la mañana, “el servicio de limpieza ha quitado muchos de los cascotes que había en el suelo. Anoche no había hueco en el suelo sin cascotes”, asegura.
Horas después, al amanecer, el Gobierno de España ha expresado su solidaridad y condolencias a Marruecos, pero para Elena la sensación es de “que lo que pasa aquí no importa, que la vida de aquí no vale lo mismo”. “Te ves aquí, que estamos en una zona privilegiada, mandan muchas condolencias al pueblo, pero de los españoles que estamos no se acuerda nadie. El consulado cerrado. Si estamos en otro sitio, ¿qué pasa? Yo echo de menos que se pongan en contacto con los españoles para ver si están bien, para ver si necesitan algo”, denuncia.
“Tengo las maletas hechas por si ocurre de nuevo algo y tengo que salir”, asevera. El lunes “tenemos un transfer al aeropuerto, no sabemos si ese señor está bien. Si su casa se ha caído o no se ha caído…”. Todo lo que sabe en este momento le llega “por Twitter y por gente que no sabes la información de dónde sale”. “Estamos en una burbuja, pero no sabemos fuera de aquí lo que hay”, dice.