El terremoto en Marruecos provoca enormes pérdidas materiales y en el patrimonio histórico del país

El fuerte terremoto que ha azotado Marruecos, y que se ha podido sentir también en el sur de España, no supone tan sólo un drama humano en cuanto a la cifra de fallecidos y heridos. Las pérdidas materiales y en el patrimonio histórico del país norteafricano son incalculables.

Lugares emblemáticos de Marrakech y tesoros arquitectónicos de otras ciudades, como Esauira, Chihaoua, Uarzazat o Tarudant, han sufrido graves destrozos. Y la tragedia será peor puesto que aún no se ha podido evaluar, ni mucho menos, todo lo que ha quedado dañado.

Marrakech, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

La localidad imperial de Marrakech es el principal destino turístico del país y al menos 2,3 millones de visitantes recorrieron en 2022 las estrechas calles de su histórica medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, y unos edificios de adobe que han sido especialmente dañados por el seísmo.

El laberíntico casco antiguo se encuentra bajo la protección del organismo internacional por su importancia cultural que "trasciende las fronteras físicas y políticas", por lo que se considera "patrimonio común universal y excepcional".

Un paseo por sus calles angostas revelaba este sábado decenas de casas con desperfectos, algunas medio derruidas. Muchas son almacenes de productos para turistas, que aparecían tirados y rotos por el suelo al subir la persiana.

Rodeado por varias murallas, formando varias puertas, el casco antiguo representa el animado corazón de la conocida como ciudad "ocre", con bazares, zocos tradicionales, museos, riads y terrazas de cafés.

Todos estos lugares se abren en la mítica plaza de Jemaa el Fna, incluida en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2008, donde esta pasada madrugada se han congregado cientos de personas para dormir a cielo abierto por temor a las réplicas del seísmo de intensidad 7.

Estos afectados por el terremoto han sustituido las habituales actividades y espectáculos, como encantadores de serpientes y monos, acróbatas, tatuadoras de "henna", músicos "gnaua" y bereberes, pero, sobre todo, los "hlaiqis", los contadores de historias.

Con la luz del día, se escuchan las lágrimas por una catástrofe en la que queda todavía más al descubierto el poder destructor de este seísmo, con bazares y cafés derrumbados. También otras zonas humildes y aldeas, en un radio de más de cien kilómetros, en las que se teme una escalada mayor de víctimas con el paso de las horas.