Su nombre es Mattia Aguzzi, tiene 37 años y en Italia ya le conocen como ‘el superhéroe de Turín’ después de que salvase la vida de una niña que se precipitó desde un quinto piso cuando él iba caminando por las inmediaciones del lugar junto a su novia. Sin dudarlo, se apresuró a cogerla ‘al vuelo’ y a amortiguar la caída, lo que milagrosamente evitó la tragedia.
Todo ocurrió en la vía Nizza 389 cuando, repentinamente, Aguzzi escuchó que alguien se encontraba gritando desde un edificio, señalando a una niña que se movía peligrosamente por la cornisa de un quinto piso. Eran las diez y media de la mañana y, en cuestión de minutos, la tranquilidad con la que arrancaba el día se vio súbitamente alterada por momentos de terror y auténtica tensión.
Desde un edificio de enfrente, un vecino alarmaba de la situación presagiando el desastre, sin embargo, en un capricho del destino Mattia Aguzzi pasaba por allí.
Viendo que la niña no volvía a entrar en casa, el treintañero, vislumbrando también lo inevitable, se apresuró a estimar la trayectoria de la caída de la pequeña y se puso justo debajo, parando y amortiguando con su cuerpo lo que de otro modo hubiera sido una muerte segura.
La niña, de casi cuatro años, –los cuales cumplirá este mes de septiembre–, milagrosamente se encuentra bien.
En declaraciones recogidas por el ‘Corriere della Sera’, Aguzzi ha contado que fue un cúmulo de casualidades el que hizo que pasase por el lugar exacto de los hechos en el momento exacto. Empleado de la banca, habitualmente trabaja fuera de Turin, visitando los fines de semana a su novia, Gloria, que no vive lejos del edificio: “Salimos juntos para ir a ver a mi prima, que me había llamado para decirme que comprara pan. No creo en el destino, pero si no hubiera recibido esa llamada, nunca habría pasado por allí”, cuenta hoy ante los medios, esbozando una sonrisa de felicidad al saber que la pequeña se encuentra sana y salva.
En el momento en que sucedió todo, señala que reaccionó “instintivamente”, y recalca que no es ningún “superhéroe”, afirmando que “cualquiera hubiera intentado” salvar a la niña como él lo hizo.
“Yo también comencé a gritar. Le dije que se quedara quieta, que no se moviera, pero no me escuchó. En ese momento me puse en su trayectoria. Traté de imaginar el punto en el que podría caer y me coloqué allí. En mi mente grabé la imagen de la pequeña con los brazos en alto, tratando de agarrarse, pero luego el peso la arrastró hacia abajo. No hubo tiempo para pensar”, señala en declaraciones a Corriere Della Sera, explicando que abrió los brazos esperando atraparla. “Rebotó en mi pecho y la inmovilicé por un momento, pero el impacto fue fuerte y ambos caímos”, cuenta, señalando que tras amortiguar la caída cayeron después hacia adelante, hacia sus rodillas.
En esos instantes, Aguzzi quedó en el suelo sintiendo un “fuerte dolor” en el pecho, con una contusión. Fueron “un par de segundos interminables” tras los cuales la niña empezó a llorar y él, al fin, dio “un suspiro de alivio”.
Con todos los medios de Italia dando difusión a la historia y su extraordinario final, la primera ministra del país, Giorgia Meloni, también se ha pronunciado a través de una publicación en en sus redes en la que se deshace en elogios hacia el salvador de la pequeña: “La historia de una niña que cayó desde el quinto piso de un balcón de un edificio en Turín podría haberse convertido en una tragedia, pero gracias a la prontitud de Mattia Aguzzi, que la vio caer y la agarró en el aire, su vida se salvó. Mucho honor y gratitud a este joven héroe”, escribía, dando voz a la opinión de muchos.
En esa lluvia de agradecimiento y de alabanzas, también las enfermeras del hospital CTO de Turín, donde le han evaluado tras su contusión, ensalzan su actuación: “Es un héroe. Deberían hacerle una estatua. O al menos un bíceps de yeso”, han bromeado después de que muchos hayan reparado en la fuerza de sus brazos para agarrar a la niña ‘al vuelo’.
Mattia Aguzzi, además, no solo salvó la vida de la pequeña, sino que aún después, justo un día más tarde de obrar ‘el milagro’, se interesó por su estado de salud y se desplazó hasta el hospital en el que se encuentra para comprobar que sigue bien.
Fue un breve encuentro, “para no molestar”, según ha dicho con toda humildad, rehuyendo de los focos y el protagonismo.
En el centro médico pudo encontrarse además con los padres de la menor, un matrimonio turinés de 47 y 33 años, que hoy no dejan de dar las gracias al “ángel” que salvó a su hija.
En declaraciones a los medios italianos, los progenitores han explicado que estaban limpiando y se dirigieron a otra habitación mientras la niña se encontraba jugando. Fue en ese instante cuando ocurrió todo. La persiana estaba casi completamente bajada, pero la menor logró sobrepasarla y llegar al balcón, donde se subió a una tumbona y se sentó sobre una cornisa de hormigón con las piernas colgando en el aire, sin percatarse del grave peligro.