Casi un mes después de ocurrir la tragedia del Titán en la que murieron cinco tripulantes tras implosionar el submarino, los datos sobre la muerte de los ocupantes siguen siendo noticia. José Luis Martín, experto español en submarinos, ha concedido una entrevista al 'Daily Mail' donde ha explicado con detalles qué les habría pasado a los tripulantes que viajaban con la empresa OceanGate, el fabricante del submarino Titán.
Según ha explicado este experto al medio de comunicación británico, todos y cada uno de los hombres que se encontraban dentro del submarino fueron conscientes de que iban a morir durante al menos un minuto: "Habrían sentido horror, miedo y agonía".
Todo apunta a que la implosión del Titán se produjo debido a un fallo eléctrico en el submarino. Según José Luis Martín, "un fallo eléctrico que lo dejó sin propulsión, lo que provocó que cayera hacia el fondo del mar como una flecha, verticalmente, con el ojo de buey hacia abajo".
Justo en ese momento, el submarino empezó a descender bajo el mar con total descontrol provocando que los tripulantes cayeran unos encima de otros y, finalmente, murieran cuando el sumergible implosionó.
A bordo del submarino iban Paul-Henri Nargeolet, científico francés de 77 años y una autoridad mundial en lo que se refiere al Titanic, quien buscaba realizar su inmersión número 38 hacia los restos del legendario transatlántico; Hamish Harding, de 58 años, ejecutivo de una aerolínea británica que estaba muy entusiasmado con su primera expedición; y Shahzada Dawood, un empresario británico-paquistaní de 48 años, parte de una de las familias más ricas de Pakistán, que viajaba junto a su hijo, Suleman Dawood, el cual, participando del sueño de su padre, decidió acompañarle para “complacerle”, pese a estar “aterrado” con el viaje, según lamentaba su tía tras conocerse el fatal desenlace de la expedición.
Junto a todos ellos iba también, capitaneando la aciaga ‘aventura’, Stockton Rush, fundador y director ejecutivo de OceanGate, de 61 años, quien decía de sí mismo que quería ser reconocido como un innovador, y recordado por las reglas que tuvo que romper para ello; unas afirmaciones que, tras el desastre, no han hecho sino aumentar todavía más las críticas hacia el diseño del sumergible y las consecuencias de una ambición desmedida.