La locura por el 'true crime' ha hecho saltar las alarmas en Asia, especialmente en India, Malasia, China y Corea del Sur, donde llevan semanas hablando sobre el asesinato cometido por una joven de 23 años que mató y descuartizó a su víctima por, según confesó, estar obsesionada con las series de crímenes. El debate sobre si el consumo abusivo de estos filmes puede provocar brotes psicóticos en personas inestables está sobre la mesa en numerosos puntos del continente. Hay temor al 'efecto imitación'.
Esta 'fiebre por el true crime' llegó con el citado asesinato cometido por Jung Yoo-jeong a finales de mayo. Esta joven, tras arrebatar la vida a su víctima, la troceó y escondió parte de los restos en varias maletas que lanzó a un bosque cercano al río Nakdong, en las inmediaciones de Busan. Una vez fue arrestada, confesó ante los agentes que había cometido el crimen por su obsesión con los libros y series sobre asesinatos, por lo que ella quería experimentar lo que se siente al matar a alguien. Y lo hizo por curiosidad, a sangre fría.
Al parecer, la asesina se hizo pasar por una estudiante que quería aprender inglés para contactar con su víctima. Utilizó una aplicación para encontrar profesores que imparten clases particulares y encontró el perfil que buscaba: una mujer mayor que vivía sola.
Así, acudió vestida de colegiala a casa de la docente y la apuñaló en el corazón. Corea del Sur ahora ha abierto el debate sobre si las series de 'true crimen' que hay ahora en plataformas como Netflix pueden collevar riesgos para personas inestables como Jung, que dijo haber visto el fantasma de su víctima por todas partes tras los hechos.
También en India se mantienen en alerta por hechos similares. Ahora mismo hay una serie muy famosa en el país sobre un asesinato contra un periodista y un documental sobre el ritual de suicidio de 11 miembros de una familia de Nueva Delhi.
Y no es la única historia tenebrosa que se puede encontrar en Netflix. En China también ha tenido buena acogida el 'true crime' por lo que no descartan tomar medidas. Y en Tailandia ocurre lo mismo, así como en Malasia o Indonesia.