El llamado “caso Rupnik” estalla en el Vaticano a finales de 2022 pero es, cada mes que pasa, un fenómeno siempre de mayor gravedad. Comienzan a salir a la luz casos de abusos a monjas por parte del cura jesuita de origen esloveno, Padre Marko Ivan Rupnik (68 años), que se remontan a la década de los 80. Teólogo jesuita conocido en todo el mundo por ser el más importante artista contemporáneo de mosaicos religiosos, al que le fue incluso encargada la restauración de la capilla del Seminario Pontificio Romano en la Plaza de San Giovanni in Laterano. También por su faceta de guía espiritual, sus retiros religiosos tenían un gran número de adeptos. El pasado mes de febrero la Orden de los Jesuitas, a la que también pertenece el papa Francisco, dio a conocer nuevas acusaciones de abusos hacia el teólogo contenidas en un dossier de 150 páginas de personas que se han dirigido para contar su caso a la Compañía de Jesús. Ahora, este mes de junio, acaba de ser expulsado de la orden religiosa por no haber cumplido las indicaciones que se le habían impuesto tras estallar el caso: retirarse al norte de Italia y limitar su vida pública.
Las acusaciones que pesan sobre él hablan de abuso sexual, pero también espiritual, afectivo y psicológico. Un equipo creado para afrontar el escándalo había recogido las denuncias desde la propia Compañía de Jesús. Víctimas que se dirigieron a la congregación para contar su caso vía mail, pero de las que, hasta ahora, se sabe muy poco porque ninguna ha querido trascender a la esfera pública. La Compañía de Jesús agradece “que hayan tenido la fuerza de contar sus propias experiencias” y las considera “supervivientes” tras el drama que han vivido. Consideradas a nivel individual y como caso global creíbles desde la propia orden religiosa, sobre estas denuncias se fundamentan las medidas tomadas contra el padre Rupnik, primero el alejamiento de la escena pública, después la expulsión.
Tras la noticia de hace solo unos días de la expulsión del teólogo esloveno, su centro religioso, Centro Aletti, alegó que había sido la intención del propio Padre la de abandonar la congregación “por una campaña mediática basada en difamaciones”. Recordemos, sin embargo, que la Compañía de Jesús había dado por válidas las denuncias y los testimonios por su número y sus correspondientes relatos que, aunque no han sido aún dados a conocer, se entiende que responden a una dinámica que se ha repetido en el tiempo. Concretamente durante más de treinta años. Las denuncias hablan de abusos de todo tipo realizados en tres décadas, desde los 80 al 2018, y están vinculadas a la comunidad religiosa femenina de Loyola en Liubliana, además del Centro Aletti de Roma, dirigido por el propio Rupnik. Pero, aún así, existen muchas sombras sobre la gestión del Vaticano en este caso. Cuando salta la polémica, en diciembre de 2022, se descubre que poco antes había sido archivado su caso porque los delitos habían prescrito, pero la trascendencia de los abusos ya no tenía vuelta atrás.
Más tarde se sabe, en las reconstrucciones cronológicas del caso, que las primeras denuncias, que habrían llegado ya en 2018, hablan concretamente de un delito de “absolución de un cómplice”, que en derecho canónico es especialmente grave porque se consuma cuando un religioso absuelve en confesión de un pecado a una persona con la que lo ha cometido. La presunta “metodología perversa” que habría usado Rupnik era la de abusar de estas monjas para luego, con una manipulación también espiritual, las absolvía de sus “pecados”.
Marco Politi es uno de los vaticanistas más reconocidos del mundo. Explica para NIUS algunos puntos fundamentales para comprender el caso Rupnik. “Solo en este mes de junio se ha explicado que Rupnik había sido expulsado, pero aún no han anunciado un proceso canónico contra él. Hay otro aspecto: el extraño episodio de una excomulgación, que a finales del 2022 él recibió pero que luego, no se sabe por qué, ha desaparecido”. “Este es uno de los casos más graves porque un sacerdote abusa de una persona y luego la absuelve durante la confesión. Esto es uno de los mayores sacrilegios para un religioso y debería ser excomulgado automáticamente”, dice. Sobre este interrogativo, que la misma prensa se cuestiona, “ninguno ha dado explicaciones en el Vaticano”.
Una fuente del ámbito religioso, que ha coincidido en más de una ocasión con Rupnik, habla sobre el jesuita esloveno para NIUS. “Lo más chocante es que él se ocupaba del ámbito espiritual en sus retiros, hablaba de moral a la gente con sus ejercicios. Esta es la gran contradicción de este tremendo caso. Parece ser incluso que algunos abusos fueron en esos acompañamientos espirituales”, añade. Sobre él confirma la gran personalidad y el carácter irónico que lo hacía un personaje afable y conocido en tantos ambientes de poder. “Un aspecto que se repite en estos casos: primero viene el abuso espiritual y luego el sexual”, finaliza.
Hasta el momento, como explica el experto Marco Politi, no se ha abierto ningún proceso canónico para juzgar las denuncias primero llegadas al Vaticano, luego recogidas por los jesuitas. Solo las consecuencias disciplinares, como alejarse de la esfera pública, que por ahora parece que el Padre Rupnik no ha seguido con mucha atención. En cuanto a un proceso penal, teniendo en cuenta el peligro de la prescripción de los presuntos delitos, deberán ser iniciados por los países donde han ocurrido los abusos.