Si a alguien beneficia la destrucción de la presa de Nova Katkova en Ucrania es a Rusia porque dificulta la contraofensiva que había iniciado Ucrania en las últimas horas. "La voladura de la presa al que favorece es al que se está defendiendo en la orilla oriental, que es la Federación rusa", señalan explica a Informativos Telecinco el Teniente General del Ejército de Tierra, Francisco Gan Pampols . Las zonas inundadas dificultan la movilidad de quien ataca; en este momento, las tropas ucranianas, que habrían recuperado localidades cercanas a la perdida Bajmut. Zelesnki ya ha dejado claro que a los ucraniano no les va a parar ni el agua ni lo misiles.
Por su parte, el ejército ruso no cesa de anunciar más y más bajas del enemigo. Según su impasible portavoz, Kiev ha perdido 1.500 hombres y ocho carros de combate Leopard aunque -de momento- solo se han mostrado dos tanques franceses inutilizados. En las localidades rusas cercanas a la frontera con Ucrania, se emitió este mensaje de Putin declarando la ley marcial y ordenando evacuar a la población. El Kremlin denunció más tarde que era un vídeo falso creado con inteligencia artificial.
La destrucción de la presa de Nueva Kajovka, en el este de Ucrania, ha provocado ya el vertido al río Dniéper de unas 150 toneladas de aceite de motor, según las autoridades ucranianas, que temen un desastre ecológico. El presidente de Ucrania, Volodir Zelenski, ha reunido este lunes de urgencia a su Consejo de Seguridad Nacional y Defensa para examinar las consecuencias de la destrucción de la infraestructura, situada en la región de Jersón.
En la reunión, se ha confirmado el vertido de al menos 150 toneladas de aceite. Además, según una nota de la Presidencia, "hay un riesgo de un nuevo vertido de más de 300 toneladas", si bien la oficina de Zelenski no ha especificado el origen.
El Derecho Internacional contempla una especial protección para infraestructuras hidrológicas como presas, tanto por su especial relevancia para suministros básicos como por el riesgo que su destrucción puede suponer para zonas aledañas. Destruirlas, por tanto, puede constituir un crimen de guerra.
El Derecho Internacional Humanitario consuetudinario incluye este tipo de enclaves dentro de las "obras e instalaciones que contienen fuerzas peligrosas" y para las que se reclama "especial" vigilancia. Al igual que podría ocurrir con las centrales nucleares, se teme que cualquier ataque pueda suponer un riesgo para la población.
La conocida como 'norma 42' incluye en sus anexo matizaciones de carácter práctico, de tal manera que la "protección especial" no se aplicaría en el caso de que las instalaciones sirvan para fines militares o de que en sus inmediaciones hubiese objetivos militares y no hubiese otra manera de destruirlos. En todo caso, dentro de estas apreciaciones también se recuerda que la protección de la población sigue siendo esencial y que, ante la liberación de posibles "fuerzas peligrosas", como podría ser el agua en el caso de una presa, "se tomarán todas las precauciones prácticas" para evitar riesgos.
De hecho, los protocolos incorporados en 1977 a los Convenios de Ginebra (1949) advierten de que "lanzar un ataque contra obras o instalaciones que contengan fuerzas peligrosas a sabiendas de que dicho ataque causará una pérdida excesiva de vidas, lesiones a civiles o daños a bienes de carácter civil" supone una violación grave del Derecho Internacional.¡ Así, presas o centrales nucleares quedan protegidas frente a ataques --"aunque sean objetivos militares"-- si puede producirse una liberación de "fuerzas peligrosas" y, por tanto, "graves pérdidas entre la población civil".