La maternidad subrogada es una materia de debate compleja que en general suele estar monopolizada por discursos opuestos donde encontrar un punto intermedio es difícil. En Italia es un debate que se enciende tras la decisión de Hermanos de Italia de poner en marcha un proyecto de ley para considerar la gestación subrogada un delito universal. La propuesta ha encendido una discusión que en el país transalpino hace ver dos posiciones contrapuestas, la de Giorgia Meloni que, en su defensa de la familia tradicional no acepta la gestación subrogada como un tipo de maternidad, y la de Elly Schlein, líder de PD, principal partido de oposición progresista, que se ha mostrado a favor, a pesar de que en su formación política las sensibilidades sean diversas. Un grafiti que ha aparecido hace pocos días en Milán que ve a las antagónicas líderes italianas desnudas y embarazadas representa esta polémica abierta.
En España la penalización de la gestación subrogada es una lucha de la izquierda. Están abiertamente en contra el PSOE y Podemos - en el arco parlamentario también VOX, pero por motivos diversos-. En Italia las posiciones entre los polos progresistas y conservadores en la materia son diversas. Es la derecha la que lucha para acabar con la gestación subrogada, lo hicieron ya en el pasado con una famosa propuesta por parte de Forza Italia de Silvio Berlusconi y ahora es la primera ministra Meloni la que lleva la voz cantante. Pero es analizando los discursos de unos y otros donde se ve que los argumentos en contra de la maternidad subrogada de la izquierda española y de la derecha italiana son, en realidad, completamente diversos.
La legislación italiana, similar a la española en la materia, castiga desde 2004 con entre 3 meses y 2 años de cárcel y con multas de hasta 600.000 a 1 millón de euros la realización, organización o publicidad de “gametos o embriones” y la maternidad subrogada. Así, la gestación para otros está prohibida en territorio italiano pero, como en el caso español, se puede realizar en el extranjero. En los últimos años y tras la iniciativa de algunos ayuntamientos progresistas se podía, tras acceder a este “servicio” en otro país donde fuese legal, llegar a Italia y registrarlo con los dos padres o madres que habían firmado ese contrato. Hace semanas una directiva del Ministerio del Interior indicaba a los ayuntamientos la prohibición en el registro de los menores nacidos por gestación subrogada o por inseminación artificial de parejas homosexuales, en el caso de parejas heterosexuales aunque es ilegal, el paso del registro no ha sido tocado.
En realidad, los datos muestran que en Italia unas 250 parejas al año recurren a la gestación subrogada en el extranjero, el 90% de las parejas son heterosexuales, un dato similar en España donde son un 85% (según datos de la Universidad de Barcelona). La identificación con las parejas homosexuales es una de las problemáticas del debate y es, en este caso, uno de los argumentos por los que la primera ministra Meloni está en contra. La maternidad es fundamental en el programa electoral de Hermanos de Italia y la familia es un pilar central en toda su historia personal y política. Una familia que para la extrema derecha italiana está formada por un padre y una madre y nace a través del matrimonio, todas las tipologías de maternidad y familia que se salgan de ese esquema no son válidas.
La propuesta que hace la derecha en Italia trata de evitar que los italianos accedan a gestantes en el extranjero añadiendo a la norma ya existe de 2004 un punto en el que aplica la persecución también “del hecho cometido” fuera del país transalpino. La propia primera ministra Giorgia Meloni ha declarado que “las prácticas de subrogación de la maternidad constituyen un ejemplo execrable de comercialización del cuerpo femenino y de los mismos niños que nacen mediante tales prácticas y son tratados como mercancía”. Para la escritora italiana Jennifer Guerra, que acaba de firmar junto a otras personalidades del mundo feminista del país un documento para afrontar un debate abierto del tema, la propuesta de convertir la gestación subrogada en un delito universal es discutible a nivel legal porque va a tocar el derecho de otros países.
Guerra reconoce que el debate por parte de la derecha en Italia es principalmente ideológico y está relacionado con una idea muy concreta de familia. En el caso de las divisiones entre las propias feministas, visibles en el debate que mantiene abierto la izquierda en Italia y que puede verse dentro al Partido Democratico, la escritora lamenta que esté tan polarizado y que las personas que son contrarias no valoren la posibilidad de que una mujer, sin ser obligada, decida de hacerlo. “Me enfada que se subestime la decisión de la mujer, que sabe a que se expone y que acepta, sea a través de intercambio económico, sea de forma altruista, anteponer su decisión, la de gestar un bebé para otras personas”, dice para NIUS. Los discursos universales, como el delito universal, añade Guerra, se sobreponen a la decisión de la mujer.
Aspecto que Valeria Valente, senadora del Partido Democratico, no comparte abiertamente. Es consciente que el debate preponderante de la izquierda en Italia es a favor de la gestación subrogada y cree que se debe a que se vincula a la lucha por la maternidad y paternidad del colectivo LGTBI. Pero ella propone una confrontación abierta con su secretaria general, Elly Schlein. Para ella la cuestión de las circunstancias económicas que determinan la decisión de la mujer gestante son fundamentales. “Para entender esto hace falta pensar en qué mujeres lo ofrecen y quien demanda este servicio. Las primeras son en casi todas las ocasiones mujeres pobres o en riesgo de pobreza, los segundos son parejas con grandes posibilidades económicas. ¿Cómo puede ser una decisión libre en estas circunstancias? La libertad de elección que defendemos en el aborto no existe en estos contratos donde la mujer tiene que cumplir todo”, añade a NIUS.
La periodista del Huffington Post Italia, Federica Olivo, que escribe habitualmente sobre mujeres y feminismo, explica para NIUS cómo la propuesta que quiere hacer el Gobierno es muy difícil de llevar a la práctica. “Las realidades que existen, te gusten o no te gusten, no se pueden perseguir en países donde son legales solo porque quien las realiza es un ciudadano italiano”, dice. Olivo considera que una gran parte de las feministas históricas en Italia han siempre defendido estar en contra porque pone a merced del mercado los derechos reproductivos de las mujeres, sobre todo las más vulnerables, pero cree que la izquierda de hoy, como por ejemplo en palabras de Elly Schlein, parezca unitariamente a favor de la gestación subrogada solo por antonomasia a Meloni pero que, en el fondo, el debate es mucho más amplio. Y complejo, algo que comparten todas las voces, sobre todo complejo.