El presidente ucraniano Volodymyr Zelenski visitaba por primera vez Italia desde el inicio de la guerra este sábado y llegaba a una Roma lluviosa y blindada por una seguridad que mantuvo mitad de la ciudad, donde se han desplegado 1.000 agentes, en pausa. Tres eran los encuentros en una agenda que, para evitar poner en peligro al líder ucraniano, no se confirmó hasta esa propia mañana por un tuit del propio presidente, pero que la prensa italiana llevaba días anticipando. Zelensky visitó Roma el 8 de febrero de 2020, cuando aún era un desconocido para el mundo. Ahora, poco más de tres años después, su presencia y la conversación sobre la paz mantenida dentro de los muros vaticanos eran los puntos más importantes de una visita que pasó también por un encuentro con su homólogo Sergio Mattarella en el Quirinale y una larga reunión con la premier Giorgia Meloni, a la que ha agradecido su comprimiso.
Este es el segundo país que visita de la UE, tras Francia, y antes de llegar este domingo a Alemania. Con el presidente Mattarella se ha garantizado un apoyo pleno por parte de Italia, el jefe de Estado italiano ha estado siempre a favor de la postura atlantista y la sintonía ha sido evidente. En la llegada a Palazzo Chigi, sede de la presidencia del Consejo de Ministros, la bandera ucraniana ondeaba junto a una serie de compatriotas que esperaban la ocasión de encontrar o al menos saludar a su líder. Zelensky ha agradecido en una rueda de prensa conjunta con Meloni que el país transalpino haya dado refugio “a nuestros ciudadanos”, unos 175 mil refugiados ucranianos que han llegado desde el inicio de la invasión rusa, así como el apoyo militar. Ha además apreciado que Italia se haya convertido prácticamente en un país independiente del gas ruso. Meloni ha recordado la conferencia para la reconstrucción de Ucrania celebrada a finales de abril y el líder ucraniano ha agradecido la implicación de las empresas italianas.
La paz y el encuentro con el papa Francisco
La posibilidad de una misión de paz llevada a cabo por el Vaticano, bajo la dirección del papa Francisco, fue durante este casi año y medio de guerra una gran nebulosa en la que era difícil comprender qué alcance podrían estar teniendo las intenciones del pontífice. Se confirmó que algo estaba en marcha cuando en el vuelo de vuelta de su viaje papal a Hungría, a finales de abril, habló claramente de una “misión para la paz en Ucrania”. Una misión que las dos partes, la rusa y la ucraniana, dijeron no conocer, pero en la que el papa daba un mensaje en el que intentaba proponerse como mediador. Tras el encuentro de este sábado Zelensky resumía su jornada en Roma y añadía “le pedí al papa que condenase los crímenes rusos en Ucrania. Porque no puede haber igualdad entre víctima y agresor. También hablé de nuestra fórmula de paz como el único algoritmo efectivo para conseguir una paz justa. Le propuse unirse a esa implementación”.
El Vaticano apoya implícitamente a Ucrania pero es intencionadamente equidistante en su lenguaje para, como explica para NIUS Lorenzo Riggi experto en Relaciones Internacionales, legitimarse a poder formar parte de una misión de paz. “Zelensky querría involucrar más al Vaticano pero no consigue que el papa apoye sus puntos para la paz”, dice Riggi. “El estilo de la Santa Sede, también en otras negociaciones para la paz, es ganar credibilidad intentando ser equidistante con la idea principal de un final del conflicto lo antes posible”, añade.
Bergoglio puso encima de la mesa el tema de la paz, en la que él ha llamado siempre “la martirizada” Ucrania, desde el inicio del conflicto, pero en sus palabras, especialmente durante las primeras semanas, mostraban una cierta ambigüedad, sin nombrar directamente a Rusia, y comenzaron pronto a ponerlo en el centro de algunas críticas. Francisco se ha esforzado siempre por mantener los contactos con las dos partes, además de intentar no poner en entredicho las relaciones de la Iglesia católica en Roma y la ortodoxa en Rusia, y no añadir así al conflicto geopolítico también uno religioso. El día después del inicio de la invasión, en un gesto sin precedentes, el Pontífice se dirigió a la embajada rusa ante la Santa Sede pidiendo hablar con Putin hasta en tres ocasiones. De hecho siempre defendió, si daba el paso de ir a Kiev, hacerlo en el mismo viaje en el que visitaría Moscú. En ese equilibrio mantuvo siempre dos vías, como escribe la prensa italiana, la de la mediación para el final del conflicto y la humanitaria sobre todo con el intercambio de presos de guerra y la devolución de niños ucranianos llevados a Rusia, como hablaron en el encuentro de este sábado. El interés del papa de mantener siempre abiertos los dos canales, sea el ruso como el ucraniano, se reitera tras la jornada de este sábado.
“Otro aspecto fundamental es el valor que se le da al Vaticano por estar en grado de dialogar con casi todas las partes. Ninguno es indiferente a una reunión o a una conversación con el papa. Esta es una paz compleja, están involucradas problemáticas europeas de seguridad que Francisco no puede controlar, pero puede llevar a una mesa a las partes. Esta reunión es importante pero no traerá cambios radicales”, finaliza el experto. Francisco lleva meses intentando relaciones a 360º grados, como explica el diario la Repubblica, con todos los actores posibles, incluido China, para que el camino de la paz sea posible. En esta guerra Francisco tiene el poder de poder hablar con casi todos, menos con Putin, que no le coge el teléfono, pero él no pierde la esperanza.