Lo prometió a su electorado en la campaña electoral y es un tema que siempre ha perseguido la derecha en Italia, ya lo hizo Silvio Berlusconi en su momento. Giorgia Meloni da su primer paso en firme abriendo el debate con las oposiciones sobre una reforma constitucional a un modelo más presidencialista, donde el jefe de Estado es elegido por los ciudadanos y tiene así un verdadero rol político. La propuesta concreta aún no está cerrada, de hecho la premier ha usado esta semana para tantear qué estarían dispuestos a votar los diferentes integrantes de la oposición y para poner el debate en la opinión pública, pero el camino es aún largo y el cambio puede no solo ser en el jefe de Estado, sino en el rol de primera ministra de la propia Meloni. El horizonte es esta legislatura, que por ahora parece ser que, al menos por el momento, dura igual que lo hace el consenso entre los socios de derechas: Meloni, Berlusconi y Salvini. ¿Será este el Gobierno del gran cambio constitucional?
Giorgia Meloni estudia en estas horas un “modelo a la italiana”, sin tener que ajustarse, por ejemplo, al presidencialismo francés o americano que ve la elección directa del presidente de la República, que es también jefe del Gobierno. En estos momentos se analizan cuáles podrían ser las diferentes recetas, pero las claves, lo que la premier quiere, pueden ya leerse entre líneas. Busca contraponer el modelo por el cuál, hasta ahora, teniendo el poder para encargar formar Gobierno el jefe de Estado, en una misma legislatura hemos visto diversos Ejecutivos que duran en este país, de media, un año y medio. Imposibilitar esta manía política italiana es uno de los argumentos que respalda este giro constitucional que pretende Meloni y, en eso, podrá encontrar fácilmente a los italianos, conscientes y agotados por sus efímeros Gobiernos. Lo que defiende la derecha es que si el primer ministro es elegido por el pueblo será menos frágil ante turbulencias políticas, lo que dicen las críticas es que puede concentrar demasiado poder. Para hacerlo, valiéndose “del respaldo que le han dado las urnas”, quiere mover nuevos poderes a la sede del Ejecutivo y alejarlos de la presidencia de la República, o sea, en este momento, de Sergio Mattarella. Aunque ha prometido que, si sale adelante esta o alguna de sus formas similares, respetará el final de mandato que serán otros 6 años, al menos.
En un primer momento Meloni pretendía que el principal cambio fuese la elección directa del presidente de la República, votada por los ciudadanos, y no por las Cámaras como es hasta el momento. La oposición, reunida por turnos el pasado martes, ha mostrado sus cartas. La premier sabe que puede contar con Matteo Renzi e Italia Viva y Carlo Calenda y Azione, los dos pequeños partidos de centro que ya han dado su disponibilidad y cercanía a la hipótesis constitucional meloniana, especialmente en la versión que refuerza el primer ministro, sin tocar necesariamente la elección del presidente de la República. Sin embargo, tanto el M5S como la nueva líder del PD, Elly Schlein, se cierran en banda a un sistema presidencialista. “Esta no es una prioridad del país, lo es el trabajo, la sanidad pública, el Recovery Fund, los jóvenes y el clima”, dijo Schlein tras su primer cara a cara con la primera ministra.
Así, la hipótesis que Meloni ve más factible, especialmente tras estas reuniones, y sobre la que puede encontrar más consensos, es la de poner en marcha el llamado “alcalde de Italia”, igualar la elección del primer ministro de la República a la que ahora tiene el país en las elecciones de los ayuntamientos. Así, el ciudadano votaría a un alcalde, a una persona, y no al representante o cabeza de lista de un partido. Esa persona, además, tendría mucho más poderes que las que tiene actualmente y el mandato se basaría en su figura. Pero, hasta el momento, el Gobierno no ha lanzado una propuesta concreta y tantea aún cuáles pueden ser sus posibilidades de movimiento.
Siete meses después de que la líder de extrema derecha llegase a Palazzo Chigi han sido diversos los decretos que ha lanzado su Ejecutivo y ahora afronta las dificultades que está sufriendo el país con la gestión de los fondos del Recovery Plan europeo. Pero Meloni sabe que este el presidencialismo es un debate de largo alcance y que esta es solo la antesala “en la que se discute sobre el método, no sobre el mérito”, dice para NIUS el experto constitucionalista de la Universidad Sapienza de Roma Stefano Ceccanti. La intención de Meloni es reforzar el del jefe de Estado o el presidente del Gobierno, que uno de los dos sea predominante para evitar inestabilidad. “Busca perfeccionar la idea de que una líder, con su coalición detrás, tiene el verdadero poder”, dice el experto. “Está por ver cuánto puede ser rígida esta reforma pero, por ejemplo, no sería posible decidir un primer ministro de consenso sin pasar por las urnas como cuando fue llamado Mario Draghi, el poder será solo a través del voto”, añade. Las críticas han girado en torno a la idea de que Meloni se atreva a aumentar sus poderes tanto como para deformar el sistema -una única persona al frente de todo- y que el rol del jefe del Gobierno, en este momento además encarnado por Sergio Mattarella, respetado de forma trasversal en Italia, quede debilitado.
¿Cómo se realiza una reforma constitucional en Italia?
Se tiene que obtener dos veces la aprobación en cada sede parlamentaria, Senado y Cámara de Diputados, y se realizaría un posible referéndum si lo solicitan un quinto de los legisladores opositores, se evitaría si se logra aprobar la reforma con dos tercios de los votos que, Meloni aún no tiene, y que buscará entre las bancadas de la oposición con pactos como el que se prevé con Matteo Renzi. Fue precisamente Renzi el último en intentar realizar una reforma institucional en 2016, el referéndum constitucional que pretendía modificar los poderes del Senado, entre otras cosas, fue fallido y terminó con su dimisión como jefe del Gobierno.