El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha manifestado este domingo que, por la información que baraja, las fuerzas ucranianas todavía mantienen cierto control sobre la ciudad de Bajmut, uno de los epicentros de la guerra, aunque ha puntualizado que la localidad está completamente destruida. "No queda nada. Hoy por hoy, Bajmut solo está en nuestros corazones", ha añadido.
"Creo que no", ha contestado el mandatario en referencia a una pregunta durante la cumbre del G7, celebrada en Hiroshima (Japón), sobre si las fuerzas del Kremlin, tal y como afirmó este sábado el jefe del grupo de mercenarios ruso Wagner, Yevgeni Prigozhin, se habían hecho con el control total sobre la ciudad.
Zelenski, invitado estrella al encuentro en tierras niponas, ha arrancado a los líderes de las economías más ricas de Occidente mayor implicación en la guerra, asegurando que el poder de las democracias en el mundo "está creciendo".
Reivindicando una paz justa que respete la integridad territorial de Ucrania, el mandatario estadounidense, Joe Biden, le ha prometido 350 millones de euros adicionales en ayuda militar. Éste comprendería la entrega de artillería y sistemas de multilanzamiento de misiles HIMARS.
Biden también se ha referido a su reciente decisión de avalar el entrenamiento de pilotos ucranianos en aviones de combate, considerado como el prolegómeno de la posible entrega de F-16 a Kiev. En este sentido, se ha limitado a decir que "Estados Unidos continúa haciendo todo lo posible para fortalecer la capacidad de defensa de Ucrania", sin dar más detalles de esta iniciativa.
Por su parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha matizado que se trata de un proyecto a largo plazo y que, en contra de que se da por hecho, no está ligado al envío de dichos aviones de combate.
Zelenski, cuya visita ha incluido una ofrenda en el Memorial de la Paz, ha tenido también ocasión en Hiroshima de buscar respaldos entre los no alineados invitados a la cumbre, que ha finalizado este domingo.
El Ministerio de Exteriores de Rusia, dirigido por Sergei Lavrov, ha repudiado la cumbre del G7 celebrada en Japón como un ejercicio de xenofobia resumido en "conjunto de declaraciones llenas de odiosos pasajes antirrusos y antichinos".
Moscú acusa a la organización -el antiguo G8 hasta que Rusia fue expulsada por la anexión de Crimea en 2014- de haberse convertido en una "incubadora" donde, "bajo el liderazgo de los anglosajones, maduran iniciativas destructivas que socavan la estabilidad global".
"El pánico que está generando un mundo multipolar, alejado de la hegemonía estadounidense-céntrica que se ha apropiado de este mundo, ha obligado a los miembros de esta organización a volcar sus esfuerzos para avivar la histeria rusófoba y sinófoba", concluye el comunicado del Ministerio.