El Memorial Soviético de Treptower Park, un extenso parque situado al este berlinés, es uno de los puntos calientes de la celebración este año del “Día de la Liberación”. El 8 de mayo se celebra con ese nombre el día en que capituló el Ejército alemán, poniendo así fin al frente europeo de la Segunda Guerra Mundial.
El 9 de mayo, sobre todo en Rusia, se celebra “El día de la Victoria”. Ahora bien, también hay previstos actos ese día en el Treptower Park, al igual que en otros puntos de la capital germana y de Alemania.
En Alemania, esos días no son festivos, pero lugares como el Memorial Soviético del Treptower Park, que alberga los restos de 7.000 soldados del Ejército Rojo, se llenan de flores, reuniones, actos musicales y un largo etcétera. Además, hay numerosas actividades dedicadas a la memoria histórica del comunismo.
Oficialmente, según comunicaba este lunes el canciller Olaf Scholz, el 8 de mayo debe servir para dar las gracias. “Hace 78 años, Alemania y el mundo se liberaron de la tiranía del nacionalsocialismo. Por ello estamos siempre agradecidos”, manifestaba el jefe del Gobierno alemán. “El 8 de mayo nos recuerda que nuestro Estado de Derecho democrático no puede darse por sentado. Debemos protegerlo y defenderlo a diario”, según Scholz.
Martin, un profesor de historia de 38 años, termina los lunes temprano las clases en su centro educativo. Este lunes, venía con flores para depositarlas en diferentes puntos del memorial del Treptower Park. Dice ser “muy de izquierdas”.
“Soy antifascista y vengo aquí todos los años. Porque el Ejército Rojo nos liberó, destruyeron el nazismo como se puede ver en la Estatua de los Soldados Soviéticos”, dice este hombre a NIUS después de dejar una flor roja en uno de los puntos más visitados del memorial. Se dispone a subir las escaleras que llevan a esa Estatua del Soldado Soviético, una gigante reproducción del cuerpo de un soldado que, con una mano, acomoda a un niño en sus brazos y, con la otra, sostiene en posición de reposo una gran espada que parte en dos una esvástica.
Bajo la estatua, hay un espacio para dejar más flores. Es un pequeña habitación cuyo techo tiene forma de cúpula y que preside una cita del tirano Josef Stalin: “Hoy día, todo el mundo reconoce que el pueblo soviético ha salvado a la civilización de Europa de la destrucción fascista gracias a su lucha abnegada: éste es el gran mérito del pueblo soviético ante la historia de la humanidad”.
Justo a las puerta del espacio donde figura esa cita hay ramos de rosas con mensajes como “Honor y agradecimiento a los soldados soviéticos que nos liberaron del fascismo de Hitler” o “Gloria y honor a los vencedores de la Gran Guerra Patria”. Por “Gran Guerra Patria de la Unión Soviética” hay que entender la guerra que enfrentó en la Segunda Guerra Mundial a la URRS con Alemania. Son esos los términos de la historia según la escribían en el extinto imperio soviético.
Según Martin, es falso que, tras la caída del nacionalsocialismo, hubiera una dictadura en la parte de Alemania que liberó del III Reich la Unión Soviética. Él, al igual que sus padres, vivieron felizmente en tiempos de la República Democrática de Alemania (RDA), la desaparecida Alemania comunista.
“La historia oficial dice que fue una dictadura, pero no. En la RDA todos los niños se podían ir de vacaciones, tal vez no iban a Florida, pero iban a Bulgaria, Hungría, o donde fuera en la URRS. Hoy no nos llega a la gente el dinero ni para ir de vacaciones al mar del norte”, cuenta este hombre, que dice identificarse con “lo que piensa el 2% de la sociedad alemana".
Para ese 2%, las fechas de este lunes y el martes de esta semana son fechas marcadas por actos públicos en los que celebrar una memoria del comunismo carente de sombras totalitarias de la URRS y sus países satélites. Martin no piensa en su paseo de este lunes en la sombras del comunismo.
Sin embargo, este año, podría hacerlo si visita el estand que ha montado dentro del recinto del Memorial Soviético del Treptower Park la ONG Demokrati-JA. En ese estand luce una bandera de Ucrania.
El año pasado, algo así era imposible por decisión de las autoridades de la capital. La bandera soviética, la de Rusia, y otros símbolos rusos que afloran en Berlín normalmente estos dos días del año estaban, este lunes y por decisión judicial, prohibidos en los actos memoriales de la Segunda Guerra Mundial como los que acogía el de Treptower Park.
Demokrati-JA es una organización de jóvenes rusos emigrantes surgida en Berlín en enero de 2021. Surgió para apoyar al opositor ruso Alexey Navalny. Serguei, un joven que prefiere ese nombre en lugar del suyo auténtico por miedo a represalias, tiene 31 años y trabaja como informático en el sur de Alemania. Ha venido a pasar en Berlín el “El Día de la Liberación” y “El Día de la Victoria” con un grupo de activistas que recordaban en una improvisada instalación con carteles los crímenes de la Unión Soviética.
No son esos contenidos que, presumiblemente, venga a consumir con gana el público habitual de estas fiestas de memoria del comunismo en Alemania. Cabe esperar reticencias ante esa exposición de crímenes del pequeño grupo con representación de ciudadanos españoles de la tercera edad que llevan una bandera republicana y ropa en la que se lee el lema “No pasarán” de la Guerra Civil española.
Demokrati-JA también tiene un cartel sobre los presos políticos de Rusia. “Los rehenes de Putin” se lee en otro de los carteles de Sergei y compañía. Tienen puesta música clásica, muy relajante, en unos altavoces. Saben que no están precisamente en territorio amigo.
Hoy, pero sobre todo en el “Día de la Victoria”, esperan que lleguen al Memorial Soviético del Treptower Park cientos - o tal vez miles - de rusos, alemanes de origen ruso, nostálgicos del comunismo, entre otros. En definitiva, gente que no está por la labor de aceptar el debate con demócratas liberales como Sergei y sus amigos de Demokrati-JA.
“Yo creo en el futuro de Rusia como una democracia liberal, nosotros luchamos por eso. El régimen de Putin es un régimen fascista”, dice a NIUS Sergei. Él posa para este periódico de espaldas. No quiere asumir riesgos. Tiene a su familia aún en Rusia. De volver a su país, podría ser, uno, movilizado por el régimen de Putin en la ilegal guerra contra Ucrania, o, dos, condenado a una pena de cárcel por sus actividades de oposición al inquilino del Kremlin.
En la instalación que han montado Serguei y compañía, hay carteles en los que se se informa del infierno soviético de los gulags, del Holodomor - o la Gran Hambruna -, las deportaciones étnicas soviéticas o las violaciones masivas a mujeres alemanas en las zonas liberadas del nazismo por el Ejército Rojo que se estima provocaron 240.000 muertes. “Hay pruebas que indican que desde niñas de ocho años hasta mujeres de 81 años fueron violadas”, se lee en uno de esos carteles dedicados a los crímenes de la Unión Soviética.
Este lunes, Sergei estaba tranquilo. Tuvo que explicar a otros usuarios del memorial en alguna ocasión, sin aspavientos, por qué él y sus compañeros en Demokrati-JA están en contra de la guerra contra Ucrania. Pero si este lunes había comprensión en sus interlocutores, él cree que el martes será más complicado presentar su punto de vista. “El martes viene gente que apoya a muerte a Putin, son nacionalistas, pro-Unión Soviética, pro-fascismo”, cuenta Sergei, que posa para este diario de espaldas.
Para asegurar que Sergei y los demás activistas de Demokrati-JA pueden estar ahí, media docena de policías velan por su seguridad. Vigilan junto a los jóvenes rusos y su estand. El parque, en sí, está lleno de grupos de policías que van de un lado para otro. Fuera del memorial, más de medio centenar de grandes furgonetas contienen agentes que aguardan a estar de servicio. Los hay con equipo antidisturbios.
A la entrada del memorial, dos agentes, con ayuda de una libreta y un bolígrafo, apuntan cada uno las entradas y las salidas de gente en el recinto sin incordiar a los visitantes.