Dupree Glass y Juan Rayford fueron víctimas de un fatal error judicial cuando tenían tan solo 17 y 18 años. Fueron condenados a cadena perpetua por un crimen que nunca cometieron y ahora, 17 años después de aquello, lo que busca la Justicia es la manera de indemnizarles después de que, al fin, se les haya declarado inocentes.
Apenas eran adolescentes cuando entraron en prisión por un tiroteo que ellos no perpetraron. Fue en Lancaster, al norte de Los Ángeles, en Estados Unidos, y la Justicia falló al estimar que eran los responsables. Ellos sin embargo, durante todo este tiempo han estado convencidos de que este día llegaría: que eran inocentes y algún día se demostraría su verdad y quedaría en evidencia el grave error que se cometió.
Ahora, con la declaración de su inocencia por parte de un juez de California este jueves, quedan atrás todos esos años de pesadilla y, esbozando una sonrisa al escuchar el veredicto, miran al futuro que por fin tienen por delante.
“He pensado en este día durante tanto tiempo… He pensado en ello cuando he estado encerrado durante 17 días y lo he pensado durante los casi dos años que llevamos fuera… He esperado por este día porque, ya sabes, sabía que era inocente de cada crimen que decían que había cometido”, ha señalado ante los medios Juan Ryaford.
Lo sabían ellos y varios de los testigos que la defensa llevó a declarar durante los cinco años de investigación, pero eso no impidió que fueran condenados por 11 cargos de intento de asesinato y a 11 cadenas perpetuas consecutivas.
Ahora, tras el veredicto, que es el primero bajo una nueva ley, tanto Glass como Rayford tendrán que ser remunerados por todo ese tiempo que pasaron injustamente en prisión. En total, tendrán que pagarles 140 dólares por cada día en la cárcel o alrededor de 900.000 dólares en total.