Este lunes se cumplen los veinticinco años del histórico acuerdo de paz en Irlanda del Norte, conocidos también como los acuerdos del Viernes Santo porque ésta fue la fecha, el 10 de abril de 1998, en la que se cerraron. Debían poner fin a treinta años de conflicto armado en la región entre católicos nacionalistas irlandeses y protestantes unionistas británicos que había dejado un reguero de tres mil quinientos muertos. Las negociaciones habían empezado dos años antes cuando se designó a George Mitchell, un exsenador estadounidense de sesenta y tres años con fama de paciente y hábil negociador, para que liderara las conversaciones de paz.
Mitchell sentó en la mesa de negociaciones a Tony Blair y Bertie Aherna, los primeros ministros del Reino Unido y la República de Irlanda, los dos países enfrentados (Irlanda del Norte es un territorio británico en la isla de Irlanda) y a delegaciones de todas las formaciones políticas de la región. Por parte de los unionistas protestantes probritánicos, estaban el Partido Unionista del Úlster (UUP) y el Partido Democrático del Úlster (DUP). Por parte de los republicanos católicos proirlandeses, el Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP) y el Sinn Féin, el brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Entonces los dos partidos mayoritarios de las dos comunidades eran el UUP de David Trimble y el SDLP de John Hume. También estaban los líderes de los grupos paramilitares lealistas probritánicos, incluida la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF).
Las negociaciones se llevaron a cabo en un edificio de oficinas tosco y deprimente de los años sesenta a pocos metros del bello castillo de Stormont, en Belfast. Parecía que el diálogo avanzaba. El IRA mantenía el alto el fuego desde hacía nueve meses. El lunes 6 de abril de 1998 por la noche el senador Mitchell entregó el borrador del que parecía el acuerdo definitivo, pero se encontró con la contundente oposición de los unionistas. El segundo del UUP, John Taylor, un político herido de bala por el IRA en un atentado en Armagh en 1972, rompió el acuerdo y le dijo que se salía de las negociaciones. Mitchell le contentó que bien, pero que no se marchara del edificio.
A la mañana siguiente, David Trimble, el número uno del UUP, llamó a Downing Street para decirle a Tony Blair que el borrador no era más una “lista de deseos” del Sinn Féin y que aquello no era lo que habían acordado. El principal punto de discrepancia era el establecimiento de los organismos transfronterizos entre norte y sur de la isla. Los unionistas denunciaban que la letra pequeña señalaba que serían independientes sin responsabilidad ante ninguna futura asamblea de Irlanda del Norte, una demanda clave del Sinn Fein.
Ese mismo martes, Blair decidió coger el primer vuelo de Londres a Belfast. Entró en el feo edificio de oficinas y dijo que no saldría de allí hasta que no se cerrara un acuerdo. La fecha límite era el Viernes Santo. Quedaban tres días y tres noches. Se encerró en una habitación, convertida en centro de operaciones, y se pasó setenta y dos horas sin apenas dormir, alimentándose solo con sándwiches y barritas de chocolate Mars. Todos los partidos estaban dentro de aquel edificio menos el DUP del reverendo Ian Paisley, que había abandonado las conversaciones y que solo aparecía por allí para protestar en la entrada por todas las concesiones que estaban haciendo al Sinn Féinn. Fuera, llovía.
Parecía imposible que todo aquel puñado de políticos pudiera llegar a un acuerdo. El conflicto armado en Irlanda del Norte empezó en 1968 pero, en realidad, era un conflicto con ochocientos años de historia, que se remontaba al siglo XII, cuando los ingleses invadieron Irlanda. Entonces la isla estaba formada por pequeños reinos que luchaban entre ellos. Uno de los reyes fue expulsado y pidió ayuda a los señores normandos establecidos en Gales para reconquistar su reino. Éstos lo ayudaron y desembarcaron en la isla en 1169. Ante el temor de que los normandos se hicieran fuertes en la isla vecina, el rey inglés Enrique II la invadió en 1171, convirtiéndose en el primer rey inglés en pisar Irlanda. Enrique II nombró a su hijo Juan señor de Irlanda. A partir de entonces el rey de Inglaterra sería también señor de Irlanda.
Los irlandeses gaélicos recuperaron territorio hasta encerrar a los ingleses en Dublín, protegidos por una empalizada. En 1538 Enrique VIII decidió reconquistar la isla y les impuso el protestantismo y prohibió su lengua y cultura. Escoceses, galeses e ingleses aceptaron el protestantismo, pero no los irlandeses, que eran católicos y lucharon contra el protestantismo y el dominio inglés de su isla. Se produjeron distintas guerras que culminaron con la guerra de los nueve años (1593-1603) que enfrentó a una unión de todos los clanes irlandeses contra el ejército de Isabel I con victoria para los ingleses.
A partir de 1603 Jacobo I inició la colonización de la isla y, en especial, de la provincia del Ulster (donde está hoy en día Irlanda del Norte). Confiscó las tierras a los irlandeses nativos y se las entregó a colonos ingleses y escoceses, que repoblaron el territorio creando una comunidad protestante con fuertes vínculos con la isla de Gran Bretaña que dura hasta hoy. Esta colonización derivó en una animosidad sectaria y étnica que provocó rebeliones católicas como la rebelión de 1641 contra la discriminación de los católicos en la que pedían más autogobierno y la devolución de las tierras confiscadas. Fue sofocada.
En 1689 se produjo una guerra por el trono británico entre los partidarios de Jacobo II, que era católico, y Guillermo III de Orange, protestante. Los irlandeses apoyaron a Jacobo II porque creían que si ganaba les devolvería las tierras entregadas a los protestantes, además de permitir el catolicismo. Los orangistas se impusieron a los jacobitas. En 1740 se produjo la Gran Hambruna irlandesa que provocó una inmigración masiva de irlandeses a las colonias británicas de Norteamérica, que en 1776 se independizaron y fundaron Estados Unidos.
En 1791 se creó en Irlanda la Sociedad de los Irlandeses Unidos, una organización política clandestina nacionalista y republicana que empezó a pedir la independencia. Para contrarrestar este nacionalismo irlandés, en el norte de la isla, en el Úlster, se creó la Orden de Orange, que era una fraternidad protestante presbiteriana muy conservadora que defendía que Irlanda permaneciera en la corona británica. En 1800 se firmó el Acta de Unión de Gran Bretaña (constituida por Inglaterra y Escocia desde 1707) y de Irlanda.
La prensa estaba plantada en la puerta de las oficinas de Stormont, donde estaban encerrados los políticos. La tensión y el cansancio se hacían cada vez más pesados. Grupos de niños se acercaban a la entrada para pedir la paz. La lluvia y el frío acentuaban el dramatismo. El reloj corría en contra. La presión sobre los políticos era cada vez mayor. Por las salas, donde estaban las delegaciones, se sucedían las reuniones. Por las ventanas se veían las luces encendidas de madrugada. Blair seguía en su habitación reuniéndose cara a cara y por teléfono con todos los protagonistas.
El lunes había fallecido la madre de Bertie Ahern. Éste tuvo que ir en helicóptero a Dublín el miércoles por la mañana para asistir el entierro y regresó a las pocas horas, esa misma mañana, sin tiempo para llorar la muerte de su madre. Su presencia era imprescindible para desbloquear la situación con los organismos transfronterizos. Mitchell mantenía la calma. Por teléfono, desde el otro lado del Atlántico, participaba Bill Clinton, el presidente de los Estados Unidos.
Ahern concedió que los organismos transfronterizos fueran controlados desde el parlamento de Belfast. El jueves, el día antes del Viernes Santo, las negociaciones quedaron atascadas por la cuestión de la liberación de presos políticos de los grupos paramilitares y la cuestión del desarme. Las reuniones se produjeron entre las dos y las seis de la madrugada. Los periodistas dormían por los pasillos a la espera del anuncio final que cada vez se demoraba más. A las siete de la mañana los líderes del UUP dieron una rueda de prensa para decir que estaban muy lejos del acuerdo. Eso fue un mazazo.
Trimble había amenazado con retirarse de las conversaciones otra vez. Los unionistas no estaban de acuerdo con que los políticos que hubieran cargado armas como Gerry Adams o Martin McGuiness, los líderes del Sinn Féin, pudieran ser elegidos en el parlamento de Belfast ni en la liberación de los presos políticos. La mañana del mismo Viernes Santo, Blair pidió a Clinton que hablara con Trimble. Blair entregó un documento en el que se comprometía a que nadie que nadie pudiera entrar en la asamblea si pertenecía a un grupo que no había depuesto las armas. Trimble cedió ante esta cuestión de la liberación de los presos. Uno de los líderes del UUP, Jeffrey Donaldson, abandonó el edificio en protesta por la decisión de Trimble. Donaldson se unió a los unionistas radicales del DUP.
A mediados del siglo XIX, los descendientes de los irlandeses emigrados a Estados Unidos fundaron la Hermandad Feniana, que tenía una réplica en el Irlanda, para fomentar una revuelta armada contra los británicos. En 1912 los nacionalistas británicos pidieron el autogobierno, pero el parlamento de Londres no lo aprobó. Los independentistas aprovecharon la Primera Guerra Mundial para rebelarse con alzamiento de Pascua de 1916 llevado a cabo por los Voluntarios Irlandeses, que eran el brazo armado de la Hermandas y precursores del IRA. La revuelta fue duramente sofocada por los ingleses y sus líderes ejecutados.
En 1919 estalló la guerra de independencia de Irlanda que enfrentó el IRA, liderado por Michael Collins, y el ejército británico. La guerra terminó con el Tratado Angloirlandés de 1921 por el cual se dividió la isla en dos. En el sur se creó el Estado Libre Irlandés (que más tarde se convertiría en Irlanda y, desde 1948, en la República de Irlanda), integrado por 26 contados, mientras que seis contados de la provincia del Úlster, en el noreste, los que había sido colonizados por los británicos en siglo XVII, se convirtieron en Irlanda del Norte y quedaron dentro del Reino Unido.
El conflicto reciente en la región, conocido como los 'Troubles', se incubó en los años sesenta con las protestas de la Asociación por los derechos civiles de Irlanda del Norte para poner durante fin a la discriminación que sufría la minoría católica nacionalista irlandesa por parte del gobierno protestante unionista y la policial militar (RUC), que era protestante. Una discriminación electoral, laboral, de acceso viviendas sociales y de todos los ámbitos de la sociedad.
Se considera como el inicio del conflicto la marcha en Derry el 5 de octubre de 1968 que fue reprimida por la policía. A partir de ese momento se incrementaron la tensión y los enfrentamientos. Se construyó un muro en Belfast para separar los barrios de las dos comunidades. El 1969 el Gobierno británico desplegó el ejército en la región. Las tropas británicas permanecieron treinta y ocho años, en la mayor ocupación militar de la historia del Reino Unido. La tensión se incrementó el 30 de enero de 1972 cuando el regimiento de los paracaidistas británicos abrió fuego contra manifestantes católicos desarmados en una marcha pacífica en Derry que terminó con catorce muertos y quince heridos. La masacre es conocida como ‘Bloody Sunday’ (domingo sangriento).
El conflicto, se convirtió en una lucha armada entre grupos paramilitares republicanos (como el IRA Provisional y el Ejército Irlandés de Liberación Nacional - INLA-) y grupos paramilitares lealistas (como el UVF y la Asociación en Defensa del Úlster -UDA-) y la policía militar norirlandesa y el ejército y las fuerzas de seguridad británicas. Los paramilitares republicanos llevaron a cabo técnicas de guerrilla contra las fuerzas de seguridad británicas.
En 1976 el gobierno británico del laborista de Harold Wilson abolió el estatus de "categoría especial" que los prisioneros del IRA habían recibido hasta entonces, permitiéndoles, entre otras cosas, llevar su propia ropa. Este pequeño detalle era importante para ellos porque ellos decían que eran presos políticos que luchaban por una Irlanda unidad y les diferenciaba del resto de reclusos, y decían que llevar el mismo uniforme que el resto de reclusos les convertía en criminales. Esto provocó muchas protestas y huelgas de hambre de presos como la de 1981 en la que murieron diez prisioneros del IRA Provisional y del INLA, entre los que estaba Bobby Sands, elegido parlamentario mientras estaba en huelga de hambre.
En 1979 el IRA asesinó con un coche bomba a Lord Mountbatten, el primo de la reina. En 1985, mató a nueve policías en la localidad de Newry. Uno de los atentados más sanguinarios y discriminados fue el 8 de noviembre de 1987 en Enniskillen, cuando hizo explotar una bomba en una misa por los muertos en las guerras mundiales y en los que perdieron la vida once personas, diez de las cuales eran civiles y entre las que había una mujer embarazada. Los paramilitares lealistas asesinaron a civiles católicos como venganza.
En total, en los treinta años de conflicto desde 1968 hasta 1998 murieron 3.532 personas. El 52% de los muertos eran civiles (60% católicos y 30% protestantes), el 32% miembros de las fuerzas de seguridad británicas, el 11% eran paramilitares republicanos y el 5%, paramilitares lealistas. El primer alto el fuego se decretó en 1994 y a partir de allí se empezó a allanar el camino para poder iniciar el proceso de paz.
El 10 de abril de 1998, a las seis de la tarde comparecieron ante una multitud de periodistas y de cámaras de televisión en las puertas de las oficinas de Stormont, Tony Blair y Bertie Ahern. Su rostro era de satisfacción, pero cansado, con negras ojeras bajo los ojos. Llevaban prácticamente tres noches sin dormir. Hacía frío. Blair temblaba. El primero en hablar fue Blair. Anunció el histórico acuerdo, que definió como un marco para poder desarrollar una paz definitiva en la región y que daba las herramientas para que “aquellos que creen en la unidad de la isla de Irlanda puedan a hacerlo a través de la persuasión política en vez de la violencia o la amenaza”. Ahern afirmó que su última aspiración como político era “conseguir la reunificación de Irlanda de una forma pacífica y consentida” y que se iniciaba una nueva era de amistad entre Londres y Dublín y de reconciliación entre nacionalistas irlandeses y unionistas británicos. Y que madre estaría contenta.
El acuerdo consistía en sesenta y siete páginas que incluían el principio que decía que el estatus constitucional de la región estaba determinado por el deseo democrático de las poblaciones de Irlanda del Norte y de la República de Irlanda. Incluían el compromiso de todos los partidos políticos de utilizar “medios exclusivamente pacíficos y democráticos” para expresar sus ideas y la creación de una asamblea legislativa, es decir, de un parlamento regional. Se estableció un sistema de gobierno compartido según el cual el partido más votado de cada comunidad escogía a un ministro y a un viceministro principal. Y se estableció la regla de la doble mayoría para las votaciones de tal forma que ambas comunidades debían estar de acuerdo.
Se eliminó la frontera física entre el norte y el sur de la isla y se dio el derecho a todos los ciudadanos a pedir el pasaporte irlandés, el británico o ambos. Se acordó la protección de la lengua gaélica (un punto importante para los irlandeses), la eliminación de la policía militar (RUC) para crear una policía civil y la retirada de las tropas británicas. El desarme de los grupos paramilitares y la liberación condicional de los presos paramilitares siempre y cuando pertenecieran a organizaciones que respetaran el alto el fuego.
El acuerdo fue aprobado en referéndum con el apoyo del 71% de los norirlandeses. Ese año, Trimble y Hume recibieron el Premio Nobel de la Paz. El IRA anunció el adiós a las armas definitivo en el 2005 y dos años más tarde fue confirmado por la comisión oficial de desarme. Durante estos veinticinco años, se ha mantenido la paz, aunque siguió habiendo ataques por parte de disidentes. Los partidos radicales de ambas partes, el Sinn Féin y el DUP, se convirtieron en mayoritarios a partir de 2003 y el bloqueo a formar gobierno compartido ha sido una constante en todo ese tiempo.
La paz en la región se complicó con el Brexit en 2016. Obligó a trasladar la frontera a la costa rompiendo el mercado único británico para poder respetar que no hubiera frontera en la isla. Gran Bretaña quedó fuera de la Unión Europea (UE) e Irlanda del Norte, dentro, provocando el enfado de los unionistas y de los lealistas. Aunque la reciente renegociación del nuevo primer ministro británico, Rishi Sunak, con la UE permitió dejar a la región dentro del mercado común británico y del europeo, rebajando la tensión. Los unionistas del DUP son los únicos que se oponen al acuerdo de Sunak como fueron los únicos que no firmaron el acuerdo de 1998. No firmaron el pacto de paz hasta que fue revisado ocho años más tarde.
Ahora mismo el DUP se niega a formar gobierno hasta que se elimine del todo el tratado del Brexit en la frontera. Veinticinco años después los católicos han superado demográficamente por primera vez a los protestantes y quieren debatir la celebración de un referéndum de reunificación de la isla que está contemplado en el acuerdo de Viernes Santo si se percibe un cambio de mayorías. También ha crecido de forma significativa el Partido de la Alianza, formación liberal que no pertenece a ninguna comunidad.
El año pasado el Sinn Féin ganó la regionales en Irlanda del Norte, por primera vez en la historia, convirtiéndose en el primer partido republicano en asumir el poder en la región. Michelle O’Neill, la hija de un ex preso del IRA, es la ministra principal, pero todavía no ha podido ejercer por la negación del DUP a entrar en el gobierno. El viceministro principal debería ser Jeffrey Donaldson, el político que el 10 de abril de 1998 abandonó el edificio, a las cinco de la tarde, una hora antes de que se celebrara el acuerdo.