Kiska, conocida como “la orca más triste del mundo”, ha muerto a causa de una infección bacteriana en el acuario de MarineLand, en la zona de las Cataratas del Niágara, en Ontario, Canadá. Allí había vivido las últimas décadas cautiva y en completo aislamiento social de cualquier otro mamífero marino.
The Whale Sanctuary Project, un santuario para la conservación y el bienestar animal que trabajó en los últimos años para que trasladasen al animal a sus instalaciones, confirmó la noticia en un comunicado el viernes 10 de marzo.
“Marineland Canada anunció hoy que la orca Kiska murió a causa de una infección bacteriana. La noticia es devastadora para todos los que hemos estado trabajando para que llegue el momento en que pueda retirarse al santuario”, escribió.
Kiska dio la vuelta al mundo en septiembre de 2021, cuando se hicieron públicos unos vídeos que mostraban la desesperación del animal, que se golpeaba contra el cristal del acuario y chapoteaba sin parar. Lo han hecho en diferentes ocasiones, y aseguran que lo hace cada día, como en estas grabaciones que publica Phil Demers.
“Es un comportamiento peligroso y autodestructivo”, dijo entonces uno de los autores de los vídeos, el activista Phil Demers.
Las imágenes tocaron la fibra de muchas personas y en Change.org, más de 100 000 firmaron para exigir la liberación de la orca, que nunca se produjo.
El cetáceo fue capturado cuando tenía solo tres años en el océano Atlántico. Era 1979 y fue trasladada a un acuario en Islandia. Allí, vivió durante un breve tiempo con otras cuatro orcas hasta que la vendieron junto con Keiko (protagonista de ‘Liberad a Willy’) a MarineLand. Esta última fue revendida después a otro parque en México, pero finalmente la rescataron, rehabilitaron y la devolvieron al océano.
Mientras tanto, en MarineLand, Kiska tuvo cinco ballenatos. Todos ellos murieron. La única compañía que tuvo desde entonces fue temporal, cuando el parque hizo un trato con SeaWorld para adquirir una orca macho, Ike, para tener crías. Esto no fue posible porque Ike comenzó a tener problemas de salud dental, que el parque fue incapaz de tratar, por lo que en 2011, tras una serie de pleitos judiciales, fue devuelto a Seaworld.
Desde entonces, Kiska ha vivido y ha muerto completamente sola, lo que muchos estudios consideran una tortura para animales de semejante inteligencia emocional.