Aquel 22 de febrero, las futbolistas ucranianas de la selección nacional ganaban la Turkish Cup en la localidad turca de Alanya. “Fue un torneo que ganamos” recuerda con orgullo una emocionada Yana Malakhova, delantera del equipo. En los vídeos grabados en aquel momento, vemos a las jugadoras levantando la copa, celebrando con inmensa alegría aquel triunfo, el primero de su historia.
Entonces, ninguna podía imaginar que aquella sería la última celebración de sus vidas en mucho tiempo. “Parece extraño pero dos días antes de la guerra estábamos celebrando la primera victoria de la selección de Ucrania en sus 30 años de historia” asegura Lluís Cortés, el entrenador de ese equipo.
“Estaban todas las jugadoras muy contentas en el autobús, cantando, bailando” En tan solo unas horas pasarían de la felicidad absoluta al horror de la guerra. “Al día siguiente, regresamos a Ucrania. La mayoría de las chicas jugaban en equipos de Járkiv y regresaban allí justo cuando los rusos comenzaban a atacar esa ciudad. Algunas de ellas estaban en situación de muchísimo riesgo”, recuerda Lluís, que ya desde Kiev comenzó a preparar su regreso a España.
Mientras, Yana llegó a Járkiv y se encontró con una ciudad muy distinta a la que había dejado. “Al llegar a Járkiv, nos encontramos con el caos. Todo el mundo estaba nervioso, escuchabas el sonido de los bombardeos, olía a pólvora” recuerda Yana.
En medio de las bombas, Lluis inició enseguida su odisea para salir del país “ en un vagón de 80 éramos 400 personas, la gente de pie, en el suelo” pero sin dejar de pensar en sus jugadoras. Ya desde Barcelona, ayudó a todas las que quisieron salir como Yana. “Cuando comenzó la guerra, él y su cuerpo técnico hablaron con nosotras, nos preguntaron qué queríamos hacer y yo decidí salir para poder seguir entrenando” dice Yana desde Logroño, donde juega como delantera en el Fútbol Club Pradejón.
Mientras en Ucrania, a pesar de que las bombas han destrozado muchas instalaciones, ya han retomado la liga aunque solo se juega en campos con refugio antiaéreo. Las sirenas interrumpen a menudo los partidos pero esta es también una manera de resistir y de honrar a quienes se juegan la vida en el frente.