Miles de niños y niñas de Turquía y Siria se han quedado huérfanos tras los terremotos registrados en ambos países el pasado 6 de febrero. Además del trauma del desastre, corren el riesgo de convertirse en víctimas del tráfico de menores. Muchos de ellos se recuperan de sus heridas en hospitales y centros médicos, donde todavía no les ha reclamado ningún familiar. Algunos pequeños no tienen adónde ir.
Un ejemplo de que hay que estar alerta es el de Aya, la 'bebé milagro' que nació bajo los escombros y que perdió a toda su familia tras los terremotos en la provincia de Alepo, en el noroeste de Siria. En apenas 48 días, la pequeña ha sufrido tres intentos de secuestro, según destacó este martes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La niña fue rescatada aún con el cordón umbilical de la madre. Hay muchos casos de menores que atraviesan situaciones muy complicadas y que presentan muchos riesgos de vulnerabilidad.
En hospitales de Turquía se pueden ver numerosos casos: a Arina, una niña de la zona afectada, lo único que le queda en este mundo ahora mismo son sus dos muñecas y una tía que le agarra la mano mientras duerme. Entre sollozos, le ha prometido que siempre cuidará de ella. Otro ejemplo de niños en situación vulnerable es Bayán, quien cuenta que estuvo enterrada tres días bajo los escombros. Revolviendo los cascotes logró mantener con vida a su hermano.
También Tarik, de tres años, sufrió las devastadoras consecuencias de los terremotos. Los seísmos le han arrebatado a casi toda su familia y también una pierna. Un familiar lejano se ocupa ahora de él. También en los hospitales se ven a madres en escenarios atroces: como el de una mujer que perdió a uno de sus hijos y ahora no se separa del otro, con la sensación de estar viviendo una "pesadilla" de la que no es capaz de "despertar", según apunta ella misma.
Son los rostros y las palabras de los adultos, con todo, los que más marcados están por el dolor, por el presente. Pero también hay promesas de futuro. Como es la pequeña Fátima, una niña que se ha dejado ver junto a su tía, el único familiar con vida que le queda. Ella conserva curiosidad en la mirada. Solo cuando oye que su madre está muerta, se gira de la cama en busca de un poco de intimidad para llorar.