Bacon de ballena, filete de ballena, hígados o sashimi de ballena. Son las opciones de compra que ofrece esta máquina expendedora instalada en la ciudad japonesa de Yokohama, junto a la estación de tren de Motomachi.
Se trata del último intento por hacerse un hueco en el mercado de los operadores de carne de ballena japoneses, que quieren así acercar al público un alimento que desde hace años causa controversia debido al asesinato indiscriminado de estos hermosos cetáceos en el mar.
La empresa Kyodo Senpaku ha instalado también varias de estas máquinas en Tokio y planea otra más en Osaka para el mes que viene. Su idea es expandir el negocio en los próximos cinco años con más de 100 puntos de venta de carne de ballena.
Muchos lo consideran una delicatesen y otros una sinrazón que lleva años produciéndose en las costas de Japón, sobre todo desde que existen fuentes de proteína alternativas.
La Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial en 1986 después de que algunas especies estuvieran a punto de extinguirse, pero en Japón se sigue matando a las ballenas, porque el gobierno defiende que comer su carne forma parte de la cultura japonesa.