La 27ª Conferencia sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (COP27) ha comenzado el domingo en Sharm el Sheij, Egipto y ha deparado ya una primera buena noticia tras un acuerdo alcanzado para abrir oficialmente la negociación sobre las compensaciones económicas para las crisis provocadas por eventos meteorológicos extraordinarios, según un documento al que ha tenido acceso Bloomberg.
La COP27 durará dos semanas y en ella participarán 40 000 delegados, incluidos más de un centenar de jefes de Estado y de gobierno que llegarán en 130 aviones presidenciales.
Salvar a La Tierra del caos climático irreversible pasa, según Naciones Unidas, por lo que pide su secretario general, António Guterres: "Es tiempo de un pacto histórico entre economías desarrolladas y emergentes".
Es decir, que los países ricos se comprometan, de una vez por todas en esta cumbre, a ayudar al resto en su transición energética, a la vez que reducen las emisiones contaminantes para que la temperatura del planeta no aumente más de 1,5ºC respecto a la era preindustrial.
Aspiración para sobrevivir que choca con la realidad y es que los últimos siete años -según la OMM- han sido los más cálidos de los que se tiene constancia. Ya estamos en 1,17ºC de incremento, que podrían ser casi 3ºC a finales de siglo si no se actúa ya. "Las emisiones siguen creciendo a niveles récord", dice Guterres desde la ONU. "En lugar de reducirlas un 45% para 2030, como dicen los científicos, van camino de aumentar un 10%", añade.
"Desde los años 80, cada década ha sido medio grado más cálida que la anterior", afirman desde Greenpeace. Escenario que se deberá afrontar en esta cumbre sin China, el país más contaminante del mundo, ni tampoco Rusia, ni la India.
Todo mientras surgen más informes que dejan poco lugar a la esperanza. En 2050, habrán desaparecido un tercio de los glaciares de la Tierra. En el Ártico, el calentamiento global está aumentando los grandes incendios en el permafrost, el subsuelo congelado con el doble de carbono que la atmósfera que, de liberarse por el fuego, podría convertirse, aún más si cabe, en el mayor peligro del calentamiento global.