Reino Unido: el esperpento se apodera de los conservadores ante una votación clave
El presidente del parlamento abre una investigación por la intimidación y maltrato a diputados ‘tories’ para que siguieran las órdenes del partido
Truss consigue derrotar una moción laborista para prohibir el ‘fracking’ con la rebelión de 40 parlamentarios en sus filas, que se abstuvieron pese a las amenazas
Los dos jefes de disciplina ‘tories’ involucrados en los incidentes son despedidos y unas horas más tarde ratificados en su cargo en otro episodio que demuestra el caos reinante
El esperpento se apoderó este miércoles por la noche de los pasillos del parlamento de Westminster cuando los jefes de disciplina del grupo parlamentario conservador intentaron evitar una rebelión contra Truss en una votación clave. Persiguieron por el pasillo a diputados para que votaran según las órdenes de partido, agarrándolos del brazo y arrastrándolos a otra sala para convencerlos, e impidiendo a los que iban a rebelarse que avanzaran hacia la sala de votación. Se han denunciado amenazas e intimidaciones contra los diputados.
Al parecer, la jefe de disciplina conservadora, Wendy Morton, y su segundo, Craig Whittaker, dimitieron en medio de estas grotescas escenas. Truss fue acosada por parlamentarios de su partido mientras atravesaba el vestíbulo para ir a votar y, en medio del caos, ni tan siquiera pudo hacerlo. Algunos de los presentes afirmaron que vieron a la primera ministra corriendo detrás de Morton para intentar convencerla de que no renunciara. También que escucharon a Whittaker decir que lo dejaba tras gritar “estoy jodidamente furioso y ya no me importa una mierda esto”.
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Votaban prohibir el ‘fracking’, la fracturación hidráulica. Era una votación fundamental para el Partido Conservador en medio de la tensión por la continuidad de Truss. Se votaba una moción presentada por los laboristas para prohibir el ‘fracking’. Esta técnica de perforación estaba prohibida por asociarse con movimientos sísmicos y con impactos ambientales como la contaminación de acuíferos. Truss introdujo una moratoria de esta prohibición al llegar al poder. Su Gobierno considera que es fundamental para la supervivencia energética del país, así como la concesión de nuevas licencias de perforación en el Mar del Norte. Se había ordenado la máxima disciplina de partido para votar no a la moción.
Muchos diputados conservadores se oponen a esta técnica. Por tanto, iban a votar que sí. De hecho, en el manifiesto electoral de 2019, Johnson se comprometió a mantener la prohibición al 'fracking'. El posicionamiento del Gobierno viró a raíz de la guerra de Ucrania. El miércoles por la mañana, Craig Whittaker, el segundo de disciplina, envió un mensaje a todos sus diputados advirtiéndoles: “Esta no es una moción sobre ‘fracking’, es una moción de confianza al gobierno. No podemos, bajo ninguna circunstancia, permitir que el Partido Laborista tome el control y apruebe su propia legislación. Votamos no y, reitero, imponemos la máxima disciplina de voto”. En el Reino Unido no siempre los parlamentarios siguen las órdenes de su partido porque se deben a sus constituyentes, ya que son elegidos directamente por ellos. En esta ocasión, les estaban pidiendo que votaran en contra del programa por el que los habían elegido.
Fueron tal la contundencia de las órdenes que los laboristas pidieron a los conservadores que aclararan con urgencia el estado de la votación. La líder del parlamentaria laborista, Thangam Debbonaire, dijo: “La consecuencia de hacer de esta moción un voto de confianza es que, si el Gobierno pierde, la primera ministra deberá dimitir y el gobierno caerá”.
Gritos y agarrones
Los conservadores y Truss consiguieron su objetivo e impidieron que se aprobara la moción laborista por una diferencia de 96 votos (326 en contra y 230 a favor). Pese a la presión de los jefes de disciplina del partido, hasta 40 diputados conservadores desafiaron a Truss y se abstuvieron, entre ellos, Kwasi Kwarteng, el ministro despedido por Truss el viernes, la primera ministra, que no pudo votar porque no la dejaron, y Johnson, que sigue de vacaciones.
Algunos diputados cuentan que vieron a Penny Mordaunt, la líder del parlamento y que suena como posible sustituta de Truss, tratando de calmar a un grupo de parlamentarios, en su mayoría mujeres, que se habían reunido para discutir y denunciar lo que presenciaron. Mordaunt les pidió que le enviaran todas las pruebas que tuvieran y todos los detalles por WhatsApp.
Un diputado tory confesó a la prensa británica que fue “la mayor intimidación y el mayor alboroto de gritos” al que había asistido jamás en los pasillos del parlamento camino de la votación. Y detalló cómo Morton y Whittaker se involucraron en una “pelea de gritos en toda regla”. En declaraciones a la BBC, el veterano diputado 'tory' Charles Walker, calificó de “inexcusables” las escenas vividas. “Creo que es un desastre y una vergüenza”, confesó. Pese a los rumores que señalan que Morton y Whittaker dimitieron tras los incidentes, Downing Street los ratificó anoche en su puesto.
“He visto miembros del parlamento maltratados físicamente, agarrados por el brazo y arrastrados a otro vestíbulo e intimidados -denunció el diputado laborista Chris Bryant ante el presidente del parlamento, Lindsay Hoyle-. Si queremos terminar con el 'bullying' a los empleados del parlamento, debemos empezar por evitarlo en esta cámara”. Hoyle ha anunciado la apertura de una investigación parlamentaria para aclarar lo acontecido en los pasillos.
Dos opositores en el gabinete
La esperpéntica actuación de anoche de los conservadores con órdenes que procedían de arriba, es decir de Truss, refleja la tensión que está destrozando el sistema nervioso conservador. Fue el broche final a una tarde en la que dimitió extrañamente la ministra del interior, Suella Braverman, tras reconocer saltarse el código ministerial, aunque algunos medios como The Times o Bloomberg sostienen que, en realidad, fue despedida por Truss. En su carta de renuncia, Braverman cargó duramente contra Truss. "Fingiendo que no hemos cometido errores, actuando como si no pudiéramos ver que los hemos cometido, y esperando que las cosas, por arte de magia, salgan bien no es una hacer política seria” escribió.
En su lugar fue nombrado Grant Shapps, algunos señalan que para contentar a los sunakistas que traman contra Truss. Shapps fue un destacado partidario de Rishi Sunak en las primarias y hasta este miércoles fue, sin duda, uno de los críticos más duros contra Truss. Había animado a colegas parlamentarios de su partido a conspirar contra ella. Había calificado de “lamentable” el minipresupuesto de la primera ministra del 23 de septiembre y la acusó de socavar la credibilidad fiscal de los ‘tories’. Con su nombramiento se cree que la primera ministra ha intentado ganarse la confianza de sus oponentes en el Partido Conservador, un partido que parece completamente desquiciado y sobrepasado por la situación de haber elegido al candidato equivocado.
Pese a salvar la votación de ayer y pese a haber compensado las fuerzas en su Gobierno incluyendo a otro opositor (Jeremy Hunt también lo era), para nada su supervivencia está garantizada. Se apunta que ya se habrían entregado entre 50 y 100 cartas al Comité 1922, que es el organismo que dirige el grupo parlamentario conservador, para forzar una moción de censura interna como hicieron con May y con Johnson en su momento y que el principio de su final. Hacen falta 54 cartas para tirarla adelante, un 15% del total de diputados del partido. Truss está protegida durante el primer año en el cargo y no pueden someterla a ninguna moción. Sin embargo, creen que si ve que tiene en contra a su grupo parlamentario podría claudicar y aceptar la dimisión. También se insinúa que miembros de su gabinete estarían tramando un movimiento contra ella para desalojarla de Downing Street por considerar que la situación es insostenible.