Familiares de las víctimas de la mayor tragedia del mundo del fútbol en décadas, ocurrida en Indonesia, se han concentrado a las puertas del estadio donde se produjo la masacre. Murieron 125 personas. Los testimonios de los supervivientes son escalofriantes. “La gente se empujaba entre sí hasta que no podía moverse”.
En la vigilia por los fallecidos se ha pedido a las autoridades que se investigue lo ocurrido. Las familias han recordado a los 125 muertos con 125 velas a las puertas del estadio de Kanjuruhan.
Tofan Zulkarnain, un joven que se encontraba en las gradas ha explicado: “Yo no salté al campo, pero lanzaron gases lacrimógeno” y empezó a correr igual que los demás hacia la salida. “En ese momento vi que había otra víctima, un niño pequeño justo a mi lado. Parece que el niño pequeño sobrevivió. Realmente tenía dificultad para respirar debido al gas”.
Firari Vilallah, de 22 años, cuenta como logró salir del estadio junto a su hermano menor: “Había gases lacrimógenos por todas partes, por lo que los simpatizantes lograron escapar presas del pánico. Y la gente se empujaba entre sí hasta el punto en que muchos no podían moverse”.
“Nunca volveré a ver otro partido en un estadio. Porque es especialmente inseguro”, ha afirmado Vilallah, cuya amiga ha terminado en urgencias con problemas respiratorios.
Todos los testigos cuentan lo mismo. La policía empleó gases lacrimógenos, primero en la pista y luego se extendió por todo el estadio.
El entrenador del Arema, Javier Roca, dio una entrevista en El País que supo lo que pasada al volver de la conferencia de prensa. “Me encontré con el caos, con muchachos llevando a las víctimas en brazos o hacia nuestro vestuario. Había mucha gente también en la grada con problemas de respiración por culpa de las bombas lacrimógenas”.
“El enfrentamiento ha sido con la policía. El estadio no estaba preparado para este caos. Había 48.000 personas y empezó a haber avalanchas. A lo mejor se podría haber reducido el aforo, pero uno nunca piensa que va a ir a un partido de fútbol y van a morir casi 200 personas”, ha añadido.
Las familias quieren que las autoridades investiguen qué falló en la peor tragedia en el fútbol en décadas. El enfrentamiento entre los seguidores de los dos equipos acabó con la intervención policial, que provocó más violencia y estampidas mortales. Los supervivientes y sus familias denuncian que los agentes emplearon gases lacrimógenos, prohibidos en los estadios deportivos.
Según la policía, en un estadio con 40.000 personas, hasta 3.000 saltaron al campo tras la derrota del Arema FC 2-3 en el clásico ante Persebaya. Eso provocó la intervención policial y una posterior estampida, que acabo con mucha gente asfixiada o aplastada, también en las gradas.