La reina Isabel II del Reino Unido ya descansa junto a sus padres y su marido en la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor. A última hora de la tarde se ha celebrado el último acto fúnebre en memoria de la monarca. Después de tanta pompa y tanto traslado, el entierro se ha realizado en la más estricta intimidad. La ceremonia establece el fin de un reinado: en la lápida de mármol de la soberana tan solo hay escrito su nombre y dos años -1926, 2022-.
El joyero real le ha retirado la Corona Imperial, el orbe y el cetro a la reina, separándola por última vez de su corona. Pero ha habido otros momentos muy emotivos esta tarde, como el gaitero que ha tocado antes del himno nacional, una petición expresa de Isabel II. Con el sonido de este instrumento terminó también el funeral de su marido, el duque de Edimburgo, por lo que se han despedido en cierto modo de la misma manera.
El día comenzó con el funeral de Estado de la reina en la Abadía de Westminster, donde han acudido numerosos jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo. Desde allí, miles de personas han acompañado al féretro a lo largo de varios kilómetros hasta el arco de Wellington y, posteriormente, hasta el Castillo Windsor. Allí, esperaban los corgis galeses de la reina y su poni.
Ya dentro de la Capilla de San Jorge se ha celebrado un servicio religioso -el último público- al que han asistido 800 invitados y donde el rey Carlos III se ha mostrado notablemente emocionado. La ceremonia, antes del entierro en privado, se ha seguido con especial fervor en Windsor, la localidad más ligada a la reina.
Los vecinos se han reunido con amigos, familiares e hijos en pubs para seguir el acto fúnebre. De hecho, en el momento en el que el féretro ha llegado a la cripta, todo el mundo se ha puesto en pie y ha dejado de hacer lo que tenía entre manos como muestra de respeto.
Posteriormente se ha llevado a cabo un acto familiar y privado, como decíamos, para despedir a la reina. Un entierro en el que el rey Carlos III, como parte del protocolo de la ceremonia, ha esparcido un puñado de tierra sobre el ataúd de su madre. Un emotivo acto al que solo han acudido los miembros de la realeza. La reina Isabel II ya descansa junto a sus seres queridos para la posteridad. Ahora habrá otros siete días de luto oficiales, hasta el próximo 26 de septiembre.