Tras el fallecimiento de Isabel II, han salido a la luz numerosas historias sobre la monarquía británica, como la carta secreta de la monarca que no podrá leerse hasta 2085 o el reclamo de diamantes por parte de Sudáfrica. Otro de los relatos que ha vuelto a estar en el punto de mira de la actualidad es la historia de Nerissa y Katherine Bowes-Lyon, las primas de la reina Isabel II.
La historia de las primas de Isabel II salió a la luz en el año 1987, cuando la prensa británica publicó que la Casa de Windsor había ocultado y apartado de la vida pública a Nerissa y Katherine, dos mujeres con discapacidad, hijas de John Herbert Bowes-Lyon, el hermano de la reina madre, es decir, tío de Isabel II.
En el Burke's Peerage, el libro que registra la genealogía de las familias reales de Gran Bretaña e Irlanda, ambas mujeres aparecían como fallecidas. Sin embargo, 30 años después se descubrió que estaban vivas, ingresadas en un centro especializado en personas con discapacidad.
Nerissa, la mayor de las hermanas, nació en 1919, y Katherine, en 1926. El libro de la genealogía registraba que habían muerto en 1940 y otra en 1961, algo que después se descubrió que era mentira. Después de fallecer su padre, las hermanas fueron internadas en el Royal Earlswood Hospital en Redhill, en Surrey,. Ambas fallecieron, aunque mucho después de lo que recogían esos registros, según recoge Radio Times.
En 1986 se produjo el verdadero fallecimiento de Nerissa, la mayor de las hermanas. Fue enterrada en el total anonimato, como un paciente más del Royal Earlswood Hospital. Fue precisamente su muerte la que desató la investigación de la prensa y descubrió la realidad de las primas de Isabel II.
Un año después, la prensa británica publicó la realidad de estas hermanas. Por su parte, desde la familia real no quisieron pronunciarse sobre lo ocurrido: "No hay ningún comentario al respecto. Es un asunto de la familia Bowes-Lyon", zanjaron desde Buckingham Palace.
Katherine, que era solo dos meses más joven que su prima, la reina, tenía la edad mental de una niña de cuatro años, y en 1997 tuvo que abandonar el internado después de que cerrara por denuncias de abusos a los pacientes. Tuvo que vivir en otra casa hasta su verdadera muerte, en 2014, a los 87 años de edad.