Escándalo en la nonata Embajada del Estado de Israel en Rabat. Cuando la sede diplomática, abierta en agosto de 2021 con la denominación de oficina de enlace, no había adquirido aún el estatus oficial de embajada, el Gobierno israelí ha llamado a consultas a su máximo responsable, David Govrin, tras la apertura de una investigación en torno a un caso de presunto acoso sexual e irregularidades financieras en la sede diplomática en Marruecos. Un caso -sobre el que ninguno de los dos Gobiernos se ha pronunciado públicamente aún- que llega cuando Rabat y Tel Aviv celebran una flamante asociación restablecida en diciembre de 2020.
La decisión de investigar lo ocurrido en los últimos meses en la oficina de enlace israelí en Rabat partió del director general del Ministerio de Exteriores Alon Ushpiz a raíz de una primera investigación llevada a cabo por una delegación del Estado judío que se desplazó el pasado lunes a Marruecos, según confirmaba este martes de fuentes de Exteriores del diario The Times of Israel. De acuerdo con este medio israelí, el inspector general del Ministerio israelí, Hagay Behar, se desplazó la semana pasada a la capital marroquí tras las acusaciones contra el embajador Govrin sobre el funcionamiento de la representación diplomática. Los detalles del escándalo habían sido desvelados por la cadena pública israelí Kan el mismo lunes.
Entre las acusaciones más graves consta que “un alto cargo israelí” explotó sexualmente a varias mujeres marroquíes, así como quejas sobre acoso sexual. El Ministerio de Exteriores israelí investiga problemas financieros y administrativos, entre ellos la desaparición de un regalo enviado por Palacio a Israel con motivo del Día de la Independencia.
No acaban aquí las investigaciones de las autoridades israelíes. El Ministerio de Exteriores investiga el hecho de que un empresario local y líder de la comunidad, identificado por los medios israelíes como Sami Cohen, amigo además de Govrin, hubiera recibido a varios ministros –entre ellos el de Exteriores a la sazón y hoy primer ministro, Yair Lapid, o la ministra del Interior Ayelet Shaked- para organizar encuentros entre ellos y funcionarios locales a pesar de no tener relación oficial con la Embajada.
A finales de agosto pasado la oficina de enlace israelí en Rabat se veía salpicada por la polémica. La representación diplomática desmentía su vinculación con una oficina de intermediación en Casablanca que seleccionaba empleados para trabajar en el sector inmobiliario en Israel, según recogieron medios marroquíes como Le360. Lo cierto es que en el curso de su visita a Marruecos en junio pasado, la ministra israelí del Interior, Ayelet Shaked, prometió desarrollar un programa –sin que se llegara a concretar- para fijar una cuota de trabajadores marroquíes con vista a desempeñarse en el sector de la construcción.
Desde que fuera nombrado oficialmente embajador de Israel en Marruecos en noviembre del año pasado –a comienzos de 2021 era designado jefe de la misión de la oficina de enlace, la actividad pública –difundida en las redes sociales- de David Govrin ha sido intensa en los últimos meses, en consonancia con la flamante asociación entre los dos países. El diplomático no ha dejado pasar ocasión de destacar las bondades de la cultura y el paisaje marroquíes y los vínculos entre israelíes y marroquíes, incluidos los vinculados al milenario judaísmo magrebí.
El diplomático, de 58 años, es un buen conocedor del mundo árabe, su cultura y su lengua. Govrin se doctoró por la Escuela de Estudios Orientales e Islámicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su área de mayor interés son los cambios políticos y sociales experimentados por el mundo árabe en los últimos años. No en vano, es autor del libro The Journey to The Arab Spring: The Ideological Roots of the Middle East Upheaval in Arab Liberal Thought (El camino a la Primavera Árabe: las raíces ideológicas del levantamiento en Oriente Medio en el pensamiento liberal árabe). El texto fue publicado en 2014 en lengua inglesa y dos años después en hebreo.
Govrin se desempeñó como embajador israelí en Egipto desde 2016 a 2020, y, antes, como primer secretario de la Embajada de su país en El Cairo entre los años 1994 y 1997. Además de Egipto, el embajador israelí en Marruecos sirvió como consejero político en la Misión Permanente de Israel ante Naciones Unidas, como máximo responsable del Departamento sobre asuntos jordanos y también como jefe de área en la Oficina de Planificación en el Ministerio de Exteriores israelí.
Ahora se enfrenta al peor momento de su carrera diplomática. Contactado por el estadounidense The New York Times este martes, Govrin ha declinado hacer pública declaración alguna sobre lo ocurrido en la sede diplomática, que deberá convertirse oficialmente en embajada en las próximas semanas.
Aunque hubo que esperar hasta diciembre de 2020 para que los dos países anunciaran formalmente el restablecimiento sus vínculos diplomáticos gracias a una operación liderada por el ex presidente estadounidense Donald Trump, Marruecos e Israel han mantenido relaciones desde la propia fundación del Estado judío. Fue exactamente en la fecha del 10 de diciembre cuando el anterior inquilino de la Casa Blanca daba cuenta a la opinión pública planetaria en Twitter tanto de la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel como del reconocimiento por parte de su Administración de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Desde entonces los dos países no han tenido inconveniente en publicitar cada logro de la renovada alianza diplomática. El principal hito fue alcanzado con la firma en Rabat, en noviembre del año pasado –en presencia del ministro de Defensa Benny Gantz-, de un ambicioso acuerdo bilateral en materia militar e inteligencia, el primero suscrito entre Israel y un país árabe en la historia. Las iniciativas de cooperación se han sucedido en ámbitos como el económico, social o cultural. Por lo pronto, este mismo martes, coincidiendo con el anuncio de la investigación de la Embajada en Rabat, la ministra de Economía anunciaba que Israel abrirá una misión comercial en Marruecos el año que viene.
Lo cierto es que las relaciones bilaterales que han atravesado fases de mayor y menor complicidad, y que, tras veinte años en que se llevaron a cabo de manera discreta, alcanzan con Mohamed VI su cénit. En 1994, cuando el reinado de Hassan II entraba en su último lustro, los dos países abrían sus respectivas oficinas de enlace. El estallido de la Segunda Intifada, en 2000, empujaba a Rabat a su cierre.
La presencia en Israel de casi un millón de ciudadanos con raíces en Marruecos, resultado de la instalación en el Estado judío de una nutrida diáspora magrebí, ha forjado unos vínculos especiales entre los dos países. En los años cuarenta del pasado siglo Marruecos contaba con entre 250.000 y 300.000 ciudadanos de confesión judía, de los cuales en la actualidad apenas quedan dos millares.
A pesar de que la opinión pública marroquí simpatiza ampliamente con la causa palestina –no en vano, el monarca alauita preside el Comité Al-Qods para la liberación de Jerusalén-, la desacomplejada alianza entre Rabat y Tel Aviv no ha encontrado oposición relevante en la sociedad del país magrebí, con la excepción de sectores minoritarios del islamismo.
Con excepción de unos pocos medios digitales francófonos, como TelQuel, Le Desk, Maroc Hebdo o Maroc Diplomatique, la noticia ha pasado largamente desapercibida en la prensa marroquí. Con todo, tanto medios israelíes como estadounidenses –y, de ahí, al resto del mundo- se han hecho eco del escándalo que está salpicando a la joven representación diplomática israelí en Rabat.
Está por ver si el escándalo, por su naturaleza, altera de alguna forma las prometedoras relaciones entre Marruecos e Israel dos años después de la firma de los Acuerdos de Abraham y cuando sólo han transcurrido veinte meses desde que Rabat y Tel Aviv restablecían relaciones diplomáticas tras dos décadas de ruptura oficial.