El creciente número de tiburones que acuden a las aguas cercanas a Nueva York (EEUU) es una realidad a la que los lugareños deben acostumbrarse. Ha habido varios informes de surfistas y nadadores que han sufrido mordeduras. De hecho, las playas de Rockaway, un barrio de Queens, se cerraron al baño en dos ocasiones durante el pasado mes de julio tras el avistamiento de tiburones desde la costa. Un motivo de clausura que también se produjo este verano en playas de Barcelona.
Por ello, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, anunció que "estamos tomando medidas para ampliar las patrullas de tiburones y proteger a los bañistas de situaciones potencialmente peligrosas". Ello incluye el monitoreo con drones y helicópteros a lo largo de la costa sur de Long Island, donde ocurrieron los recientes encuentros con estos animales.
"Mientras neoyorquinos y visitantes se dirigen a nuestras hermosas playas de Long Island, nuestra principal prioridad es su seguridad. Animo a todos los neoyorquinos a escuchar a las autoridades locales y tomar precauciones para ayudar a garantizar viajes seguros y responsables a la playa", dijo Hochul.
Para minimizar el riesgo de interacciones con tiburones, el departamento de conservación ambiental del estado de Nueva York recomienda los siguientes consejos de seguridad a la hora de zambullirse en el mar:
Según expertos en océanos como pescadores o biólogos marinos, ahora existen más tiburones que en cualquier otro momento en al menos el último medio siglo. Señalan que se aprobaron leyes como la de Agua Limpia y la de Protección de Mamíferos Marinos, ambas de 1972, con el objetivo de proteger y conservar a los animales acuáticos.
Más recientemente, en 2019, se aprobó una ley estatal que prohíbe a los cerqueros comerciales pescar en aguas del estado de Nueva York, lo que ha ayudado a la población de ballenas, delfines y tiburones a lo largo de dicha costa y de los estados vecinos.
La representación negativa de los tiburones como monstruos y cazadores humanos es injusta, apuntan muchos de estos biólogos marinos. Explican que la mayoría de las mordeduras de tiburones son accidentales y que los tiburones no tienen como objetivo atacar a los seres humanos, subrayando que solo lo hacen cuando han confundido a una persona con una presa.