Seúl, la capital de Corea del Sur, se ha comprometido a evacuar a algunas de las familias con menos recursos de la ciudad que residen en viviendas subterráneas, después de que 13 personas murieran en las terribles inundaciones que dejaron las lluvias récord de esta semana. Se trata de las denominadas casas 'banjiha', semisótanos a menudo estrechos y lúgubres que se hicieron famosos en todo el mundo por la película 'Parásitos'.
Y es que una familia, compuesta por una mujer de 40 años con síndrome de Down, su hermana y la hija de 13 años de esta última, murió después de que la presión del agua les impidiera abrir la puerta de su casa - 'banjiha'-, que quedó inundada en el distrito de Gwanak, al sur de la capital. Las lluvias registradas desde la noche del lunes, las más intensas en 100 años, han provocado gran devastación, especialmente en los alrededores del río Han.
Numerosas personas han tenido que ser rescatadas y evacuadas por las autoridades, pero preocupan las casas 'banjiha', no quieren revivir esta situación límite. Estas viviendas se construyen varios escalones por debajo del nivel de la calle, por lo que presenta grandes riesgos ante las inundaciones. Los usuarios que tienen bajos ingresos optan por estas opciones, mucho más asequibles que cualquier domicilio del mercado inmobiliario, notoriamente caro en Seúl.
Estos sótanos, pequeños, oscuros y propensos al moho durante el verano, alcanzaron una gran fama tras el lazamiento 'Parásitos', del director Bong Joon-ho, ganadora del Oscar, que sigue el intento desesperado de una familia ficticia por escapar de la pobreza. Desde entonces, las casas han llegado a representar una desigualdad desenfrenada en una de las ciudades más ricas del mundo.
Desde hace tiempo, las autoridades buscan soluciones para estos sótanos, pero es un proceso complicado, hasta esta fecha límite. "En el futuro, no se permitirá el uso de sótanos y semisótanos ('banjihas') con fines residenciales", ha destacado el miércoles el Gobierno de Seúl en un comunicado. Sin embargo, los expertos dicen que la promesa del Ejecutivo pasa por alto los problemas más graves, que persisten más allá de las paredes del sótano: los precios aumentan y las personas más vulnerables buscan refugio en lugares precarios, susceptbles a las inundaciones y el calor, algunos de los peores efectos del cambio climático.