Arde España y arde Francia. Hasta 10.000 personas han tenido que ser evacuadas por el fuego que calcina el suroeste del país galo y que nos afecta directamente, obligando a cortes en los últimos días que han provocado retenciones de varios kilómetros. El paso fronterizo en Irún, importante conexión hacia el norte de Europa, estuvo cortado durante varias horas para transportistas, lo que generó atascos de más de cinco kilómetros hasta que las autoridades francesas, durante el mediodía del jueves, volvían a reabrirlo. Ahora, la circulación es normal en ambos sentidos, pero desde Francia advierten que podría volver a interrumpirse en cualquier momento dependiendo de la evolución del macroincendio en el suroeste del país, a 200 kilómetros del paso en Biriatou.
El fuego, extendido desde los departamentos de Gironda y las Landas, ha obligado a pedir refuerzos a cinco países europeos y ha arrasado ya más de 7.400 hectáreas. Además, tiene una fuerza renovada por la sequedad extrema y las altas temperaturas; circunstancias que hacen de las labores de extinción una tarea sumamente compleja. Y no solo eso, porque las llamas crecen también porque hay turba; un combustible natural bajo el suelo que convierte al incendio en un auténtico muro rojo imposible de atacar.
Espoleado e impulsado por estas adversidades, además el fuego está creando sus propios vientos, con una trayectoria difícil de predecir. Lo peor, además, es que según las autoridades puede haber sido provocado. Concretamente, han detectado al menos un punto en el que fue intencionado.
De momento, no ha habido que lamentar víctimas. Hay dos brigadistas heridos, pero ninguno de gravedad. Lo que sí necesitan es ayuda: aunque son 1.000 y disponen de 8 aeronaves, bomberos de otros países, como Alemania, se dirigen hacia la zona.
En este escenario, han logrado salvar el pueblo de Belin-Béliet. El fuego se quedó a las puertas de seis casas. Lo que se teme es que no sean las últimas. El país vecino va camino de perder 60.00 hectáreas, seis veces más que cualquier verano.
De momento, no ha habido que lamentar víctimas. Hay dos brigadistas heridos, pero ninguno de gravedad. Lo que sí necesitan es ayuda: aunque son 1.000 y disponen de 8 aeronaves, bomberos de otros países, como Alemania, se dirigen hacia la zona.
En este escenario, han logrado salvar el pueblo de Belin-Béliet. El fuego se quedó a las puertas de seis casas. Lo que se teme es que no sean las últimas. El país vecino va camino de perder 60.00 hectáreas, seis veces más que cualquier verano.
De momento, durante la noche del jueves al viernes, el incendio declarado en Gironda no ha registrado avances “significativos”.
La Prefectura de Nueva Aquitania ha advertido en un comunicado este viernes de que sigue habiendo un "riesgo muy severo" de expansión de las llamas, debido a las altas temperaturas y la sequedad del terreno, mientras los 1.100 efectivos desplazados a la zona se afanan, junto a equipos de los distintos países europeos, en combatir el fuego.
El subprefecto de Arcachón, Ronan Léaustic, ha querido destacar que la falta de avances durante la noche es en sí misma una "buena noticia" y ha defendido las "evacuaciones preventivas", que afectan a unas 10.000 personas, para evitar a toda costa daños personales.
Mientras, en Francia se espera el pico máximo de temperatura de la actual ola de calor, al tiempo en que se mira con preocupación a otros incendios en el oeste del país.
En el departamento de Vandea, concretamente, más de mil personas han sido evacuadas por un incendio forestal que, según los primeros indicios, tuvo un origen humano, mientras que también se han registrado en las últimas horas otros fuegos en Bretaña y en Jura.