Cuando en España todavía perviven los dramáticos efectos del volcán de Cumbre Vieja en La Palma, cuya erupción finalizó el 13 de diciembre tras 85 de actividad, siendo la más larga registrada en la isla y la tercera en el archipiélago canario, ahora, en la paradisiaca y turística Islandia preocupa el nuevo despertar del Fagradalsfjall. El volcán, ubicado en la península de Reykjanes, entraba en erupción este miércoles, expulsando magma por primera vez desde septiembre de 2021, cuando se registró un río de lava en la zona.
La preocupación, ante la posibilidad de que esto signifique que seguirá incrementando su actividad, crece por momentos, especialmente teniendo en cuenta que se encuentra a solo unos 50 kilómetros de la capital, Reikiavik, la ciudad más grande y poblada de Islandia.
Los temores, además, se recrudecen teniendo en cuenta las informaciones que apuntan que también está emitiendo gases, y ya el lunes la región volcánica de Reykjanes se vio afectada por una serie de terremotos, una situación que hizo saltar todas las alarmas, precisamente, ante la posibilidad de nuevas erupciones.
En estos momentos, Fuentes de Protección Civil monitorizan la evolución del volcán, mientras diversos expertos se han afanado en alertar a la población de que han de prepararse ante la posibilidad de que se produzca una gran erupción, ya sea en los próximos meses o en los próximos años.
Con los expertos pendientes de la evolución del volcán y con la ciudadanía alerta por los signos que muestran que en cualquier momento la situación podría empeorar, la erupción tiene lugar en un valle próximo al principal aeropuerto internacional de Islandia: el de Keflavik.
Pese a todo, por el momento, las instalaciones aeroportuarias permanecen abiertas y no se han interrumpido ni cancelado vuelos, aunque nada se descarta ante los precedentes del pasado año, cuando la erupción del mismo volcán, el año pasado, obligó a suspender el tráfico aéreo en la isla durante 6 meses.
En esta ocasión, la lava ha comenzado a fluir por una nueva fisura y por el momento los gases no suponen inconveniente alguno para el aeropuerto, que se encuentra a 40 kilómetros de distancia.
Por el momento, sin mayores consecuencias para el tráfico aéreo, únicamente se ha advertido a turistas y senderistas que no se acerquen a la montaña.