La desconexión de Archie Battersbee el menor de 12 años que se mantiene con vida gracias a una máquina artificial después de sufrir graves daños cerebrales cuando realizaba un reto viral en su casa en Reino Unido, el pasado 7 de abril, es inminente. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, al que habían apelado sus padres, –Hollie Dance, de 46 años, y Paul Battersbee, de 56–, quienes presentaron un recurso de última hora el martes para evitar que ese mismo día se llevase a cabo lo que ellos definen como su “ejecución”, ha decidido que no interferirá en la decisión de la justicia británica. De este modo, finalmente, los médicos del Royal London Hospital, que insisten en que el niño está clínicamente muerto y cuentan con el apoyo del Tribunal de Apelaciones de Londres y de la Corte Suprema, máxima instancia judicial del país, podrán desconectar al pequeño.
Frente al firme rechazo de los progenitores, que insisten en que Archie solo necesita tiempo y se niegan a aceptar todas las observaciones médicas que subrayan que no se puede hacer nada por el menor, que permanece en coma irreversible, el largo y complejo proceso judicial, desarrollado entre múltiples apelaciones y recursos, se acerca ya a su fin.
Hollie, madre de Archie, quien cuenta con el apoyo de diversos grupos religiosos, insiste en que “no debería estar permitido que el sistema le haga esto a la gente”, y lamenta que durante todo este tiempo hayan procurado lo que tilda de “ejecución coreografiada”.
Resignada, hoy asume el que es el final del litigio entre críticas al sistema y el trato recibido, llegando a señalar estos días que no ha sentido “apoyo en absoluto” por parte de los cuidadores de su hijo, acusándoles incluso de mentir al presentarse ante los medios como solidarios y compasivos.
El origen de la situación y la larga batalla judicial se remonta a aquel aciago 7 de abril en el que los padres de Archie le encontraron inconsciente en su casa. El menor, al parecer, acababa de realizar un reto viral conocido como 'Blackout Challenge’, el cual empezó a difundirse por las redes sociales incluso antes de 2008, pero que también se viralizó este año, especialmente a través de TikTok.
Las reglas del ‘challenge’ son sencillas, pero a la vez con consecuencias que pueden ser trágicas, como en el caso de Archie: se trata de aguantar la respiración al límite, aunque sea estrangulándose, hasta desmayarse. Y todo, técnicamente, mientras otra persona graba, siendo testigo de esa pérdida de conocimiento.
En el caso de Archie, el menor se ahorcó al quedar colgado de una barandilla con una cuerda atada al cuello en su casa; un dramático accidente que, además de centrar la atención mediática por el litigio judicial de sus padres, ha vuelto a poner en el foco la peligrosidad de este tipo de retos virales.
El pasado mes de mayo, un mes después del accidente de Archie, trascendía precisamente que una madre había demandado a TikTok por la muerte de su hija, de 10 años, tras realizar el citado reto viral del ‘Blackout Challenge’. La progenitora la encontró inconsciente en su armario, y ya era demasiado tarde. La niña fue internada en la UCI de un hospital y, cinco días después, murió por las lesiones que sufría.
Según citaba entonces The Washington Post, un portavoz de TikTok subrayó que este reto no nació en su redes e hizo referencia, de hecho, a un estudio de 2008 realizado por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos en el que los investigadores identificaban al menos 82 muertes de menores después de practicar estos retos, también conocidos como ‘The Choking Game’ (El juego de la asfixia), entre 1995 y 2007, cuando la app todavía no había irrumpido siquiera en el mercado chino.
Tras varias muertes, la plataforma, no obstante, retiró los vídeos relacionados, aunque por esta y otras redes sociales siguen proliferando retos similares para los cuales se pide máxima responsabilidad y cuidado.