Rusia ha rectificado y finalmente ha reconocido que sí atacó el puerto de Odesa con misiles de alta precisión, tan solo 24 horas después de firmar un acuerdo para poder sacar de allí toneladas de cereal a través del mar Negro.
"Misiles Kalibr han destruido la infraestructura militar del puerto de Odesa", ha hecho saber la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajarova, en su cuenta de Telegram, donde ha explicado que los ataques iban destinados contra un "barco militar ucraniano", que fue alcanzado en este bombardeo "de alta precisión".
Poco después, el portavoz del Ejército ruso, general Igor Konashenkov, ha proporcionado más información sobre el ataque, que no solo destruyó el barco militar, que identificó como un "buque de guerra en el muelle del puerto", sino también un almacén de misiles antibuque Harpoon suministrados por Estados Unidos.
"Otras instalaciones para la reparación y modernización de las fuerzas navales de Ucrania también han quedado inutilizadas", ha agregado el general Konashenkov en rueda de prensa recogida por Interfax.
El ataque contra el puerto de Odesa fue recibido entre la preocupación de Turquía, garante del acuerdo, y la condena de Estados Unidos, la Unión Europea, Naciones Unidas y la propia Ucrania, que denunció el lanzamiento de al menos cuatro misiles Kalibr, dos de los cuales acabaron impactando en las instalaciones portuarias.
En virtud del acuerdo, una coalición de personal turco, ucraniano y de la ONU supervisará la carga de granos en los buques en los puertos ucranianos de Odesa, Chernomosk y Pivdenyi, antes de navegar por una ruta planificada previamente a través del mar Negro.
Los barcos cruzarán el mar Negro hacia el estrecho del Bósforo, en Turquía, donde se establecerá un centro de coordinación conjunto en Estambul, que incluye representantes de la ONU, Ucrania, Rusia y Turquía. Asimismo, este centro será el encargado de examinar los barcos que entren en Ucrania para garantizar que no lleven armas o material de combate.
Este domingo, 24 de julio, se cumplen cinco meses de guerra. Y mientras el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, asegura que sus tropas avanzan sobre la localidad de Jersón, los bombardeos rusos continúan centrándose en el este del país y recrudeciéndose en la región del Donbás.
Lo que está claro es que Vladimir Putin no tiene ninguna intención de parar. Muestra de ello es una escuela que ha sido alcanzada por los misiles del Kremlin en la ciudad de Kostiantynivka, dejando un cráter de más de cinco metros de profundidad.
El mandatario ruso no se conforma y, con ataques diarios, amenaza con apropiarse de Járkov, Dnipro, Mikolayv y Odesa. El argumento de Moscú es que tiene que defender ese territorio, que ya considera propio, si Occidente sigue armando a Ucrania.
Hasta la fecha, ninguna conversación ha prosperado para acabar con la invasión. Los pocos acuerdos, como el último para permitir la exportación de grano, se frustran en apenas horas. Y a las sanciones económicas, Rusia responde con el gas.
Guerra también en las cifras de bajas. Rusia reconoce 1.300 soldados caídos y Ucrania los eleva a 39.000. Sí confirman, unos y otros, más de 14.000 ucranianos muertos, 5.000 de ellos civiles, subraya Naciones Unidas. Además, hay nueve millones y medio de desplazados.