Creadores de contenido por excelencia e hijos de las nuevas tecnologías y las redes sociales, los influencers no tienen límites. Además de sorprender a los espectadores con sus originales ideas, estilo de vida, viajes, dietas o retos nunca antes vistos, también son únicos a la hora de montar nuevos negocios. Hay quienes se decantan por el mundo de la moda, creando su propia marca de ropa, por ejemplo, mientras otros apuestan por montar restaurantes, centros de estética u una línea de cosmética, entre otros... También, en el mundo -de los influencers- hay de todos, hay quienes llegan a hacer negocio con su propio cuerpo. Es el caso de la influencer estadounidense Stephanie Matto, quien a sus 31 años gana toda una fortuna vendiendo frascos con el sudor de sus pechos.
Aunque no es el único negocio disparato con la firma de Matto. Antes, aprovechando la fama que le dio su paso por un reality de televisión y posteriormente su influencia en redes sociales, comercializó con sus pedos. La joven vendía tarros con sus ventosidades. Un negocio próspero que le reportaba grandes beneficios económicos, unos 44.000 euros a la semana, pero que tuvo que abandonar debido a un problema de salud. Y es que la gran acumulación de gases en su cuerpo le empezaba a generar importantes molestias.
Por ello, y dispuesta a reinventarse más que nuca, Matto empezó a vender frascos con el sudor de sus pechos: "Será un verano de chicas calientes y mis pechos están sudando. ¡Así que embotellemos y vendamos!", anunció la joven en sus redes sociales.
Un trabajo "duro", como reconoce, pero que curiosamente también le reporta grandes beneficios. Y es que cada frasco cuesta unos 500 euros y Matto asegura que vende unos diez cada día: "Me encanta sentarme junto a la piscina y llenar los frascos con el sudor de mis senos. Pero también es un trabajo duro, no se dejen engañar", afirmaba en sus redes sociales.
Los vídeos de Matto y su nuevo negocio se han hecho virales, sin que falten quienes aplauden la idea de la joven y quien critican que sea capaz de hacer una cosa así por dinero. Para gusto, los colores... y los olores, claro. A la vista -y al olor- está.