En la batalla por Severodonestk, los soldados ucranianos que han caído prisioneros llevan en su rostro el miedo a morir ejecutados. El avance ruso en la línea del frente obliga a Ucrania a replegarse hacia posiciones defensivas. Las trincheras no son ya lugar seguro.
A la deriva de esta guerra, ciudades como Solidar o Sloviansk, donde los civiles sobreviven como pueden entre los ataques. Están en la ruta del frente de batalla, al alcance de un misil. Como toda Ucrania. Y aunque hay voluntarios que se la juegan para sacarlos de las aldeas algunas como Albina no se quieren ir por si un día regresa su hijo. No para de llorar. Como Irina. Ella y su hija aguardan la vuelta de su marido mientras recogen la comida que les ofrecen otros voluntarios.
Así es el día a día en las últimas ciudades controladas por Ucrania en el Donbás donde se cierne la incertidumbre. La guerra está lejos de terminar. Todos lo tienen claro.