El presidente del Consejo Europeo saca los colores a Rusia por usar las violaciones como arma de guerra

El embajador ruso presente en el Consejo de Seguridad de ONU tuvo que abandonar la sala. Abrumado e indignado por las acusaciones de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo que ataca a Rusia por usar la violencia sexual como arma de guerra. Michel le recrimina que quizá no quiera escuchar la verdad de una invasión sobre la que Putin sigue imponiendo su propia versión.

La invasión rusa en Ucrania ha provocado numerosas denuncias de crímenes de guerra y abusos perpetrados por soldados rusos.

Hasta el 3 de junio, la oficina de Derechos Humanos de la ONU recibió 124 alegaciones vinculadas a este conflicto sobre violencia sexual, informó Pramila Patten, enviada especial del secretario general. De estos asuntos, 97 víctimas eran mujeres y niñas, 19 hombres y niños, y una de sexo desconocido. La verificación de todas estas denuncias está en curso, remarcó.

Patten ha explicado que la violencia sexual es la violación más sistemática y menos denunciada. Además, afirma que los datos disponibles "solo representan la punta de iceberg".

"Hoy tampoco hemos escuchado ni un solo ejemplo de los relatores. Pero estas acusaciones encajan perfectamente en una descripción de los soldados rusos como bestias y bárbaros brutos", ha respondido el embajador ruso ante la ONU, Vasily Nebenzya.

La reacción de Rusia

La Duma Estatal rusa ha aprobado este martes un par de proyectos de ley que ponen fin a la jurisdicción del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Rusia, después de que este país anunciara sus planes de abandonar el tribunal en medio del conflicto de Ucrania.

El Parlamento ruso aprobó dos proyectos de ley, uno por el que se retira al país de la jurisdicción del tribunal y otro por el que se establece el 16 de marzo como punto límite, con lo que las sentencias contra Rusia dictadas después de esa fecha no se aplicarán.

Los recursos ante el TEDH se habían convertido en el último recurso para los demandantes en varios casos de gran repercusión que habían sido rechazados por los tribunales rusos.

En 2017, el tribunal ordenó a Moscú el pago de una indemnización a los supervivientes del asedio a la escuela de Beslán en 2004, que alegaron fallos por parte de los servicios de seguridad.