Es el infierno que sufren a diario los soldados ucranianos que defienden la primera línea de frente en el Donbás. Y hasta muy cerca de allí se ha desplazado el presidente Volodímir Zelenski. Lo hace no solo para subir la moral de su tropa si no sobre todo para contarles entre susurros que les traía un regalo. Zelenski lo deja ahí, no da más detalles pero inmediatamente después el Reino Unido anuncia que estos lanzadores de misiles de largo alcance ya van de camino. Son capaces de disparar cohetes guiados con una precisión de hasta 80 kilómetros. Rusia ya ha dicho que aumentará los objetivos de la guerra como respuesta. Y ha vuelto a bombardear Kiev.
"Cuanto mayor sea el alcance de los sistemas que se entregarán, más alejaremos a los nazis de esa línea desde la que pueden llegar las amenazas a los rusos y a la Federación Rusa", dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, en una conferencia de prensa.
Desde el inicio de su invasión, Rusia ha dicho que pretende limpiar Ucrania de nazis, una línea rechazada por Kiev y Occidente como propaganda de guerra sin fundamento.
Si hasta ahora, con su limitado armamento, los ucranianos han sido capaces de resistir el machaque de la artillería rusa e incluso de armar exitosas contraofensivas nadie sabe el partido que le podrán sacar al nuevo armamento.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha asegurado este lunes que las fuerzas rusas tenían la ventaja numérica en la batalla por la ciudad oriental de Severodonetsk, pero que las fuerzas ucranianas tenían "todas las posibilidades" de contraatacar. Zelenski ha admitido a los periodistas en una sesión informativa en Kiev que la situación se volvería muy difícil para Ucrania si Rusia se abre paso en la región oriental del Donbás.