Pretender algo de normalidad en Ucrania pasa por asegurar territorios. El país es ahora un cementerio de minas sin explotar. Y personas como Iryna han cambiado su vida para dedicarse a desminarlo. "Es un cambio drástico en mi vida, voy a dedicarme a esto en cuanto llegue a mi país", afirma Iryna.
Más de 300.000 kilómetros de suelo ucraniano han quedado plagados de explosivos, y decenas de personas se forman en Kosovo, un país en el que siguen conviviendo con las minas desde hace más de 20 años. Allí aprenden a realizar la imprescindible tarea de desminar el territorio. "El objetivo es entrenar a toda la gente que pueda, para convertir Ucrania en un lugar más seguro", cuenta el profesor del curso. La guerra en Ucrania se intensifica, y con ella la urgente necesidad de ayudar de sus ciudadanos.
Los misiles y los tanques rusos nos demostraron hace ahora cien días que Putin mentía cuando repitió una y otra vez que no pensaba invadir Ucrania. La que llamó "operación especial" iba a ser una campaña relámpago que se estancó por la determinación de la resistencia ucraniana, ayudada por las armas llegadas de Occidente. Todo bajo la dirección del presidente Zelenski, convertido en inesperado líder y guía de sus compatriotas. Imposible dar cifras precisas de muertos, pero son decenas de miles, entre militares de ambos bandos y civiles. Los desplazados, tanto en el extranjero como dentro del país, millones.
Y lo destruido tardará generaciones en recuperarse. Muchas localidades, como Irpin, Bucha o Mariúpol, quedarán para siempre asociadas al horror. Los innumerables crímenes de guerra, a la espera de una improbable justicia.
Cuando las sirenas empezaron a sonar en Kiev el 24 de febrero, lo impensable se convertía en una terrible realidad. Mientras los tanques cruzaban la frontera de Ucrania, la capital y otras zonas eran atacadas por la aviación y los bombardeos, en una ofensiva relámpago por parte de Rusia. Desde el principio, las primeras víctimas fueron civiles. Bajo los incesantes bombardeos de los primeros días, la gente se vio obligada a refugiarse en los sótanos y luego comenzó a huir en masa. Miles de personas cruzaron a los países vecinos y la Unión Europea abrió sus puertas. Hoy 100 días después, Ucrania es ya un territorio abatido que tardará generaciones en recuperarse de lo vivido en pleno año 2022.