Las fuerzas de Rusia siguen golpeando la región del Donbás, mientras los soldados de Ucrania resisten ferozmente. El frente de guerra en el este del país se ha congelado: ambos bandos sufren un gran volumen de bajas. Los peores combates se registran en esta zona. En Kiev, la capital, los milicianos comienzan a trasladar los restos de las batallas que se libraron en los alrededores de la ciudad.
Muchos ciudadanos se hacen fotos en tanques que combatieron hace unos meses, para ellos todo un símbolo, trofeos de las victorias ucranianas. Se exhiben en varios lugares de la localidad, sirven para "mantener alta la moral". Se han convertido en una atracción, pero también en un recordatorio de lo que está pasando al sur y al este del país. Los carros de combate rusos ahora mismo están entrando en las ciudades de Severodonetsk, Limán o Lysychansk. Solo en el día de hoy se están registrando decenas de muertos.
La guerra total en el Donbás está llegando a tal extremo de destrucción que los soldados de ambos bandos comienzan a quejarse públicamente. En un caso, los ucranianos, papel en mano, demandan más armas pesadas porque no pueden hacer frente a la artilleria rusa ni con fusiles de asalto ni con lanzacohetes. En otro caso, las exhaustas milicias prorrusas de Donest, exijen reemplazo porque están agotados tras tomar Mariúpol
El Kremlin continúa enviando tropas de refresco y más carros de combate, que se ven por todos lados. Pero por mucho que bombardeen, la resistencia es tan alta y las bajas son tan grandes que el frente está congelado. La guerra no avanza. Ni Rusia logra tomar Severodonetsk ni Ucrania termina por ceder del todo Limán. Tanto fuego, tanta muerte para controlar una pequeña ciudad de provincias de 20.000 habitantes. Un pueblo grande ahora convertido en trinchera.