Los misterios del Salón de Gasparini, la estancia en la que los reyes Felipe y Letizia han sido inmortalizados
Los retratos de los reyes Felipe VI y Letizia se presentan este martes 26 de noviembre de la mano del Banco de España
Fue el 7 de febrero cuando Sus Majestades se citaron con Leibovitz en una de las salas más históricas del Palacio Real
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El Banco de España presenta este martes 26 de noviembre los tan esperados retratos de los reyes Felipe VI y Letizia a manos de la fotógrafa mejor pagada del mundo, Annie Leibovitz.
Han pasado nueve meses desde que Sus Majestades se citaron con la retratista en el Salón de Gasparini del Palacio Real de Madrid, estancia donde han sido inmortalizados y considerada una de las más impresionantes del majestuoso enclave. Con su deslumbrante decoración y su aura de misterio, este salón ha sido testigo de momentos históricos. Cabe destacar que los últimos retratos de carácter oficial de los soberanos datan de febrero de 2020, cuando el Palacio de la Zarzuela los publicó en su web.
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Los detalles del Salón de Gasparini
El Salón de Gasparini debe su nombre al diseñador italiano Mattia Gasparini, quien fue encargado en el siglo XVIII de decorar esta estancia durante el reinado de Carlos III, quien ascendió al trono en 1759. Este monarca, conocido como el "mejor alcalde de Madrid" por sus reformas urbanísticas y culturales, deseaba que el nuevo palacio, construido sobre las ruinas del Alcázar de Madrid tras el incendio de 1734, reflejara la grandeza de la monarquía borbónica. Gasparini creó un espacio que plasmara eso.
Es conocida por su papel pintado a mano, que cubre las paredes con un patrón de motivos florales, arabescos y detalles dorados. Este papel es único en el mundo, ya que fue diseñado específicamente para el salón y elaborado utilizando técnicas artesanales prácticamente desaparecidas. Predominan los tonos suaves como el celeste, el crema y el blanco, acentuados con dorado.
El suelo no se queda atrás en cuanto a ostentación: presenta una taracea de mármoles de colores al estilo rococó. Además, el techo cóncavo del salón, pintado por artistas de renombre, está decorado con frescos y cuenta con ornamentación asiática que representan la grandeza del poder monárquico.
El mobiliario del salón fue diseñado especialmente para encajar con el estilo de la decoración. Incluye sillas, mesas y espectaculares lámparas de araña. Los espejos ubicados estratégicamente amplían la percepción del espacio. Algunos de ellos tienen marcos dorados con tallados florales. Las lámparas de araña cuelgan del techo. Los candelabros en las paredes complementan la iluminación, añadiendo un toque de teatralidad.
También presenta unas magníficas consolas, con bronces de D. Urquiza y ebanistería del Taller Real, y candelabros franceses. En el salón también se encuentra el Reloj del Pastor, obra maestra de Jacquet Droz, uno de los relojes más exquisitos de la colección de Patrimonio Nacional que contiene una compleja maquinaria con música.
Este salón no era un espacio cualquiera. Era donde el rey se vestía y servía como una de las antesalas de recepción para los monarcas, un lugar donde los invitados más distinguidos esperaban antes de ser recibidos en audiencia. Por esta razón, cada detalle de la decoración tenía como objetivo asombrar y transmitir el poder absoluto de la monarquía española.
El diseño del salón comenzó en la década de 1760. Carlos III murió sin poder verlo terminado. Tampoco se terminó con Carlos IV. Finalmente fue Fernando VII quien continuó con el diseño y quien pudo verlo completado. Tardó más de 40 años en realizarse. Fue entonces cuando el Salón de Gasparini se convirtió en uno de los espacios más emblemáticos del Palacio Real, diseñado para mostrar no solo el esplendor de la Corona española, sino también el refinamiento cultural que la Corona española buscaba promover.
Desde su creación, el Salón de Gasparini ha sido testigo de importantes acontecimientos históricos y ha resistido el paso del tiempo con una sorprendente conservación. Hoy en día, los visitantes pueden apreciar la grandeza de esta obra maestra que, a pesar de haber sido concebida hace más de 250 años, sigue deslumbrando como si el tiempo no hubiera pasado. Patrimonio Nacional señala que, salvo la magnífica sillería de maderas finas y bronces, ningún elemento del mobiliario corresponde ahora al conjunto de Gasparini.
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