Si hay algún aspecto de la expresión gestual que destaque sobre los demás, en la actual edición de los Premios Princesa de Asturias, son los lazos invisibles de la Familia Real en su encuentro con los premiados en un acto lleno de simbolismo en el Teatro Campoamor. Esos vínculos que ni la cámara, ni los ojos de los espectadores presentes en la sala, son capaces de observar, si no es a través de un minucioso análisis con la lupa de observador, están presentes en toda la ceremonia.
Desde el inicio del acto hay microexpresiones que captan las emociones básicas de los reyes y sus hijas, con el apoyo de la reina emérita Sofía, que desde la llegada al teatro dirige su mirada de apoyo a su hijo y resto de la familia. Las personas de edad juegan un papel afectivo muy importante en actos como este de marcado carácter institucional.
El contrapunto a doña Sofía, está en su nieta la infanta Sofía, como la más joven de la familia, que desde la discreción que siempre manifiesta, heredada de su abuela, dirige atenta su mirada más directa y protectora a la princesa Leonor. Recién llegada de Gales y a través de la ventana del coche que la lleva al teatro, muestra una amplia sonrisa de satisfacción. Vemos en este inicio, a su llegada, como sujeta a su hermana por el brazo izquierdo, de espaldas al público, en un gesto de cariño y fortaleza.
En el acceso a la sala se aprecia como padres e hijas permanecen en un cuadrilátero que parece dibujado con perfecta armonía en cuatro aristas con Felipe, Letizia, Leonor y Sofía. Una vez acomodados los miembros en la presidencia, Felipe abre la sesión en tono severo bajo la atenta mirada de Leonor que parece tomar nota al pie de la letra de todo lo que su padre hace y dice.
La princesa Leonor no pierde su sonrisa contenida durante toda la ceremonia. Hay muchos momentos en que involuntariamente practica la denominada "sonrisa Duchenne" caracterizada porque no solo sonríen los labios, sino abarca a todo el rostro, en especial a los ojos que se guiñan a la vez. Es la sonrisa más auténtica, sincera y difícil de simular. El médico francés Duchenne de Boulogne, experto en expresiones motoras, atribuye a esta sonrisa la mayor fortaleza de expresión personal.
Hay otros aspectos destacables a tener en cuenta en detalles que podemos apreciar en los miembros de la Familia Real que van más allá de la posición de la cabeza, la expresión de la cara y los movimientos de las manos. Uno de ellos es la forma en que aplauden, algo en lo que no nos solemos fijar, que nos puede presentar claves de la situación por la que atraviesa una persona cuando tiene que manifestar una ovación con sus manos.
Felipe es el más expresivo a la hora de juntar sus manos para el aplauso. Las palmas se enfrentan con fortaleza prolongada. Por el contrario, Letizia, es más prudente en esa manifestación y a penas produce ruido el choche de sus palmas de las manos, con un elegante toque de roce de los dedos de una mano con la otra. La infanta Sofía también es delicada en ese gesto. Y la princesa Leonor es la que aplaude con más efusividad.
Al finalizar la gala, y después de que la princesa Leonor haya hecho entrega de los trofeos a los galardonados y haya pronunciado su discurso en su debut en los premios como mayor de edad, el rey Felipe ha tenido un bonito gesto con ella. Ya en el hall del Teatro Campoamor, Su Majestad ha decidido darle un espontáneo y sentido abrazo a la princesa.
Un significativo abrazo cargado de sinceridad, algo que se observa debido a las palmas hacia arriba del rey, que nos están mostrando que hay un cariño y un afecto al llegar al final de una ceremonia que ha estado cargada a veces de tensión, de emoción y de nervios.
Al final, es esa descarga positiva de la hija hacia el padre en señal de sinceridad.
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