Este 23 de julio, y casi cuatro años después de que se exiliara a Abu Dabi, se cumplen 55 años desde que el rey emérito Juan Carlos traicionara a su padre, Juan de Borbón, y cambiase para siempre la historia de España.
El 23 de julio de 1969, un día después de que fuera designado por las Cortes sucesor del dictador Francisco Franco en la jefatura del Estado en calidad de rey y con el título provisional de príncipe de España, el país vivió uno de los momentos más significativos de su historia y de la historia de la Corona. Juan Carlos de Borbón juró su lealtad. Entonces, tenía 31 años.
Este evento marcó el inicio de una transición política que culminaría con la restauración de la monarquía en España tras casi cuatro décadas de dictadura.
La ceremonia tuvo lugar en las Cortes. Vestido con uniforme militar, y arropado por su esposa, Sofía de Grecia, y sus tres hijos, Elena, Cristina y Felipe, Juan Carlos juró fidelidad en un acto solemne y simbólico que selló la aceptación del príncipe como el futuro rey de España, saltándose la continuidad dinástica.
La decisión de Franco de designar a Juan Carlos como su sucesor en lugar de a su padre, Juan de Borbón, fue una maniobra calculada.
Don Juan, conde de Barcelona, había sido una figura crítica del régimen franquista y había estado exiliado en Estoril, Portugal. Franco consideraba al abuelo del actual rey Felipe VI una amenaza potencial para la continuidad de su régimen debido a su ideología contraria a la del dictador.
En contraste, Juan Carlos había sido educado bajo la supervisión de Franco en España desde los diez años. Franco creía que Juan Carlos sería más propenso a mantener la estabilidad y los principios del régimen, al menos inicialmente.
Este movimiento también buscaba evitar una confrontación directa con los monárquicos, quienes aún veían en la figura del rey una esperanza para la restauración de la monarquía.
Durante la ceremonia, Franco pronunció un discurso en el que justificó su decisión y destacó la continuidad de su obra a través de Juan Carlos.
"Consciente de mi responsabilidad, ante Dios y ante la historia, y valorando con toda objetividad las condiciones que concurren en la persona del príncipe Don Juan Carlos de Borbón, que ha dado claras muestras de lealtad a los principios e instituciones del régimen, ha estado estrechamente vinculado a los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, en los cuales forjó su carácter, y al pasar los últimos 20 años, ha sido perfectamente preparado para esta alta misión, y al reunir las condiciones, he decidido proponerle a la patria como mi sucesor", señaló entonces.
Por su parte, Juan Carlos expresó su gratitud y compromiso con las expectativas depositadas en él. Sus palabras fueron cuidadosamente medidas, evitando cualquier señal que pudiera interpretarse como un desafío al régimen.
"Recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de nuevo su destino (...) A pesar de los grandes sacrificios que esta tarea pueda proporcionarme, estoy seguro de que mi pulso no temblará para hacer cuanto fuera preciso en defensa de los principios y leyes que acabo de jurar", apuntó.
El juramento de Juan Carlos fue un acto cargado de simbolismo y pragmatismo político. Representó la culminación de años de cuidadosa planificación por parte de Franco, quien buscaba garantizar la continuidad de su legado y la estabilidad de España después de su muerte.
Al mismo tiempo, para Juan Carlos, este momento significó el inicio de un delicado camino hacia la modernización del país y la eventual democratización, un proceso que se materializaría años más tarde, tras la muerte de Franco en 1975.
El conflicto en la Casa Real entre padre e hijo fue inevitable. Juan de Borbón reivindicó sus derechos y no renunció a ellos hasta 1977, en un acto en el Palacio de la Zarzuela.
La designación de Juan Carlos como sucesor fue vista con escepticismo por algunos sectores del régimen, así como por los monárquicos más tradicionalistas y los opositores al franquismo.
Sin embargo, con el tiempo, Juan Carlos demostraría ser una figura clave en la transición democrática de España. Juan Carlos sustituyó a Franco en la jefatura del Estado con carácter interino entre el 19 de julio y el 2 de septiembre de 1974, y nuevamente desde el 30 de octubre de 1975.
El 20 de noviembre el Caudillo murió y el día 22 Juan Carlos I fue proclamado rey de España.
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