El cumpleaños del príncipe George de Reino Unido va a marcar un antes y un después en su papel institucional como segundo en la línea de sucesión al trono. Tras acompañar a su padre, el príncipe de Gales, en el encuentro de la victoria de España contra Inglaterra, ha sido portada de medios nacionales e internacionales por su gestualidad, expresión, efusividad y naturalidad. Todos esos signos de lenguaje no verbal lo convierten en un calco de su progenitor y con 11 años muestra que es una persona con habilidades de comunicación innatas.
Ya algunos medios califican a George de un Guillermo "en miniatura", y es un apelativo cariñoso y merecido porque hasta su forma de andar es muy similar a la de su padre. Ambos caminan rectos de espalda, pies firmes al suelo con pasos ligeros. El hijo de Kate Middleton y Guillermo nació destinado a sentarse en el trono, pero esto tiene un alto precio social centrado en cómo proyecta su imagen, cómo se desenvuelve en público, cómo transmite con la mirada y cómo expresa verbalmente. Recordemos que Jorge VI, su antepasado, tuvo grandes problemas de comunicación oral llevados a la gran pantalla en "El discurso del Rey".
Su bisabuela, Isabel II, a los 14 años, participó en la emisión radiofónica de la BBC dedicada a los niños de la Segunda Guerra Mundial. Este fue su primer discurso oficial realizado con naturalidad en tono de voz agudo propio de su edad y de los sistemas de registro de la época. Ahora estamos expectantes por conocer cómo se desenvuelve George en la comunicación verbal con el antecedente de su bisabuela como excelente comunicadora.
Sus asesores ya están trabajando en su papel institucional y su plan pasa por incidir de manera equilibrada en la asistencia a eventos con sus hermanos.
Por un lado, la estrategia de vida pública con su hermana Charlotte se centraría en permanecer en un segundo plano, cuando él está presente, y con papel protagonista cuando acompañe a sus padres, como ha sido el caso de Wimbledon junto a Kate.
Por otro lado, en otro ángulo del plan de comunicación y también en los objetivos del mismo, está el pequeño Louis, que se deberá perfilar y pulir en las comparecencias por sus trastadas propias de la edad. Esperamos a que cumpla años y madure para centrar su actividad como miembro de la Familia Real.
Una de las pautas que más preocupa a los educadores de George es medir muy bien su espontaneidad, al estilo de su tío, el príncipe Harry, para que no ensombrezca su papel institucional que deberá cumplir rodeado de reglas impuestas. Es disciplinado, pero trabaja con su propio método. Maneja bien la expresión y la comunicación, pero tiene que dosificar determinadas muecas con las que aparece en fotografías y vídeos.
El hijo primogénito de los príncipes de Gales y nieto mayor del rey Carlos III tiene unos rasgos faciales heredados por una parte de su padre en la parte central del rostro desde las cejas hasta la barbilla. Sin embargo, en la zona de la frente, aparece el espacio amplio de unas cejas con similar curvatura a las de Kate. De su abuela Diana ha heredado una sonrisa abierta, pómulos marcados y barbilla de cierre de triángulo invertido.
Y algo que llama especialmente la atención es que tiene la misma mirada que Diana de Gales, con el párpado superior en tendencia a bajar lentamente, a modo de persiana; es lo que se denomina "caída de ojos", una forma atractiva de la mirada que se aprecia en personas muy fotogénicas que parpadean con persuasión. Es el caso de los divos del cine Marlene Dietrich y Rodolfo Valentino. Es involuntaria esa bajada de ojos, pero quienes la manejan estratégicamente se ganan a la gente y obtienen excelentes fotografías. Será un joven muy atractivo y se ganará todas las miradas porque tiene luz propia en el rostro.
George sabe seducir a la cámara, siempre posa sonriente y pícaro, se desenvuelve con soltura en exteriores, tiene un remolino de travieso en el pelo, que le da un toque de personalidad muy especial. Es natural como la vida misma. Un real niño rebelde a veces para guardar las compostura y el protocolo. Lo hemos visto muy expresivo, con las manos en las mejillas, en la victoria de Inglaterra por España de la Eurocopa, con idéntico gesto que su padre, como una reproducción de imagen no verbal. El mayor de los hijos de los príncipes de Gales maneja el arte de la persuasión inconscientemente.
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