La abdicación del rey Juan Carlos I, hecha pública el 2 de junio del año 2014, y puesta en práctica el 18 del mismo mes, fue un evento histórico que sorprendió a muchos, incluida su esposa, la reina Sofía. La decisión de abdicar, la preparación previa al anuncio y las personas que estuvieron implicadas en este hecho no fueron compartidas, ni consultadas con ella, y hay varias razones y circunstancias que explican esta situación.
La decisión de Juan Carlos I de abdicar fue tomada con un alto grado de secretismo y altas dosis de discreción. Según Rafael Spottorno, exjefe de la Casa del Rey, la decisión fue tomada entre finales de febrero y principios de marzo de 2014, y sólo un grupo muy reducido de personas, entre las que no se encontraba la reina Sofía, estaba al tanto de la misma. Sin embargo, ya antes de esta fecha se había comenzado con ciertos preparativos para esta situación, ya que tuvo “titubeos” en meses anteriores.
La reina Sofía no tuvo participación en el proceso, algo que Spottorno confirmó al señalar que ella "no tuvo ni arte, ni parte" en la decisión del ahora emérito. De esta manera se encontró despojada de su condición de reina sin haber sido consultada, una situación que refleja la naturaleza unilateral de la decisión tomada por el rey. De hecho esta era informada por su hijo, el príncipe Felipe, de las decisiones que se iban tomando en las reuniones de trabajo en las que incluso la futura reina Letizia tuvo oportunidad de participar.
A todas luces se trata de un feo gesto de Juan Carlos hacia su esposa, que ya dejaba ver cómo iba a ser la relación entre ambos en el futuro: distante e inconexa. En cualquier caso Spottorno afirma que “su comportamiento posterior ha sido inmejorable”, y que “la Reina Sofía es la discreción llevada al extremo”, por lo que así se explica que no haya trascendido una sola queja por su parte por toda esta situación.
La abdicación se produjo en un contexto de crisis económica y desgaste de la imagen de la monarquía, que además estaba sufriendo una serie de crisis por distintos escándalos. Un buen ejemplo era el del caso Nóos, que involucraba al yerno de Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, o el accidente de caza en Botsuana del propio rey en 2012, en el que estaba acompañado por Corinna Larsen, su entonces compañera sentimental y amante.
Juan Carlos I había mostrado una conducta errática en los años previos a su abdicación, con problemas de salud y un comportamiento que muchos percibían como excéntrico. Estos factores contribuyeron a que tomara la decisión de abdicar en favor de su hijo Felipe VI, algo que el monarca llevaba ya un tiempo barruntando, aunque la decisión se mantuvo en secreto hasta poco antes del anuncio oficial.
La reacción de Felipe VI al enterarse de la decisión de su padre fue inicialmente de sorpresa, aunque pronto aceptó la responsabilidad para la que había sido preparado durante toda su vida. La reina Sofía, por su parte, se encontró en una posición difícil, despojada de su papel activo en la toma de decisiones y enfrentándose a la realidad de una monarquía que había cambiado significativamente sin su participación directa.