Los compradores de una casa que estaba a la venta en la localidad coruñesa de Arteixo, no pudieron disfrutar tranquilos de su nuevo hogar ni unas pocas horas ya que, tras haberla adquirido en propiedad y firmar ante notario, descubrieron al entrar que una plaga de termitas había colonizado varias zonas del inmueble.
Estos hechos llevaron a los nuevos propietarios a sentar a los vendedores en el banquillo de los acusados, expresando en los tribunales que de haber conocido la existencia de tales “vicios esenciales” no habrían adquirido la vivienda o, en todo caso, habrían abonado una cantidad menor por ella.
Los vendedores se defendieron ante la justicia alegando que desconocían el problema de las termitas, no así de la existencia de carcoma, que habían descubierto en varias estancias tras la firma del contrato de arras y que habían tratado de solucionar para entregar la vivienda en buen estado.
Zanjada la invasión de carcoma (a cuenta de los vendedores), ambas partes retoman la negociación de compra-venta de la casa, que concluye, según la prensa local, con la escritura de la propiedad ante notario y el descubrimiento, horas después, de la densa colonia de termitas bajo un zócalo.
La sentencia emitida por un juzgado de A Coruña indica que quedó probado que “la existencia de termitas era desconocida por ambas partes cuando se hizo la compraventa de la casa y, por pura lógica, la presencia de termitas es anterior en el tiempo al negocio jurídico”.
No obstante, la jueza condenó a los vendedores al abono de una indemnización por daños y perjuicios y el pago de tres mensualidades de alquiler mientras se llevó a cabo la desinfección de la vivienda; un importe que suma unos 12.000 euros en total.
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