Unos clientes ven excesivo el importe de su cuenta en un restaurante gallego y se 'autocobran' menos: “Me dolió más que un simpa”
Sucedió en un local de Corrubedo, A Coruña, donde una pareja protestó por el importe de una lubina salvaje
El camarero dejó el datáfono en el mostrador y aprovecharon un descuido para reducir la cuenta 11 euros
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Acudir a un restaurante, degustar los platos más caros de la carta y hacer un ‘simpa’, es decir, huir del local sin haber abonado la cuenta, es una faena para los empresarios de hostelería por lo que suelen estar ‘al loro’ para evitar este tipo de prácticas. La sorpresa supina fue la que se llevó el propietario de un restaurante de Corrubedo, A Coruña, a quien unos clientes le abonaron lo que ellos consideraron justo, en lugar del importe que indicaba la factura.
Sucedió el pasado fin de semana en el restaurante Nuevo Bar Pequeño, de Corrubedo, y su propietario, Rodrigo Fresco, lo resume así: “Dos clientes se fueron de listillos y se autocobraron lo que quisieron”.
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Descartaron otras opciones más económicas
Habían degustado volandeiras, ensalada y una lubina salvaje de un kilo cuyo precio en mesa era de 45 euros y así se lo hizo saber el personal, que también le ofreció “otras opciones más económicas, pero las descartaron”, asegura el hostelero.
Tras dar buena cuenta del menú, y una vez concluida la comida, la mujer se dirigió al mostrador y pidió “el tique”, indicando al instante que el precio de la lubina le parecía “excesivo”.
El camarero que la atendió y que ya había marcado el importe en el datáfono para el cobro con tarjeta, “no quiso que la mujer armara un expolio” y decidió acudir a la cocina a avisar al jefe, dejando el artefacto tecnológico sobre el mostrador. Pero cuál sería su sorpresa que al regresar, la clienta se había tomado la libertad de cambiar los 68,80 euros del importe total por 57,80, es decir, 11 euros menos que a Rodrigo le dolieron más que si hubieran hecho un ‘simpa’ “porque fue una falta de respeto a nuestro trabajo”, aclara.
“Si los pillo la noticia sería otra”
Sin que nadie la mirase, tras cambiar el importe pasó la tarjeta bancaria por el lector y se marchó del local con su acompañante, dejando allí el tique de la máquina de cobro sin que ni Rodrigo ni su empleado pudieran darle caza, algo que el empresario agradece ya que “la noticia sería otra”, bromea.
Rodrigo, que aclara que los precios de su carta “ya están muy ajustados”, estaba dispuesto a razonar con ellos e incluso a tener “algún detalle” pero su forma de proceder “fue inaceptable” y espera no tener que volver a lidiar con nadie así: "Son unos impresentables".
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