La madrugada del pasado martes, los guardias civiles de Tráfico que operan en Ourense, José Antonio Carnero e Isaac Lamela, se encontraron con una de las situaciones más inolvidables de su larga carrera como agentes del orden, al salvarle la vida a un bebé de tan sólo diez días de vida que había entrado en parada cardiorrespiratoria y estaba siendo trasladado al hospital por los tíos de la madre. Informan Blanca Agost, Sara García y Sandra Almeida.
Acababan de dar las doce de la noche cuando, mientras patrullaban por la ciudad de As Burgas, un vehículo que circulaba dando bocinazos se paró a su altura al otro lado de la carretera: “Vimos salir del vehículo a una mujer con un niño en brazos, medio colgando, gritando desesperadamente”, explica el agente José Antonio Carnero, y entendieron al instante que necesitaban su ayuda.
Reaccionaron tan rápido como pudieron: “Me entregaron al niño”, que estaba inerte, sin pulso y con la piel ya de un color azulado. “Gracias a dios tenemos unos conocimientos básicos de reanimación cardio pulmonar… le hice la maniobra de Heimlich y al momento expulsó algo de leche y empezó a respirar”, explica Carnero.
Ellos mismos en su coche oficial decidieron trasladar al bebé y a su familia al hospital, que les quedaba a unos 500 metros, donde todavía hoy continúan realizándole pruebas para tratar de determinar qué fue lo que lo llevó a entrar en parada y darle un susto de muerte a su progenitora.
La madre del pequeño, Yénifer Gutiérrez, de 24 años, todavía se emociona al recordar cómo los dos guardias reaccionaron rápidamente salvándole la vida a su hijo: “Yo no podría vivir sin él”, asegura, al tiempo que describe al agente Carnero como ‘su ángel de la guarda’.
Muy modesto en todo momento, José Antonio explica que fue un trabajo en equipo: “Me tocó a mí, pero siempre actuamos en binomio, mi compañero velaba por nuestra seguridad mientras yo realizaba la reanimación”, a lo que añade que: “No soy un ángel, soy una persona normal, cualquiera de mis compañeros hubiera hecho exactamente lo mismo que hice yo”.
Si bien es cierto que se trata de una técnica muy distinta en un bebé que en un adulto, el agente asegura que “es muy útil y sencilla y no se tarda nada en aprender”.
Con una humanidad que lo hace más grande si cabe, el agente Carnero concluye su entrevista para Informativos Telecinco asegurando que se ha creado “un vínculo” con el pequeño Víctor José, quien descansa ajeno a todo el revuelo que ha creado a su alrededor y quien, según asegura, “se ha llevado un cacho de mi corazón”.
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