El concello ourensano de Carballeda de Avia en su empeño por reducir los kilos de residuos que llegan a los contenedores verdes y facilitar la tarea de las plantas de reciclaje, ha optado por llevar a cabo una intensa campaña de concienciación entre sus habitantes, que ha resultado tan eficaz como original.
En este ayuntamiento, los operarios de limpieza son los encargados de detectar si los contenedores contienen algún residuo que no les corresponde, como aparatos eléctricos, animales muertos o enseres del hogar, por ejemplo, y en caso de que así sea, lo retiran, lo fotografían y le envían la imagen al Concello para que sea el propio regidor, en colaboración con los vecinos, el que indague para saber quién lo ha depositado allí.
Una vez localizado e identificado el infractor, se le insta a dejar los residuos en su vivienda hasta que los operarios puedan ir a recogerlos, o bien se le invita a hacer uso del punto limpio móvil que el Ejecutivo ha colocado frente al consistorio de manera totalmente gratuita.
La vergüenza de ser delatado ha llevado al 90% de la ciudadanía de Carballeda de Avia a convertirse en verdaderos expertos del reciclaje pero, en palabras del propio regidor, Luis Milia, “aún queda un 10 por ciento de vecinos que no reciclan correctamente, echan lo que les da la gana en el contenedor”; en ellos está puesto el foco, y añade, “los propios vecinos me pidieron que tomara medidas para que esto no ocurriese”.
Para el regidor, el éxito de la campaña radica en que “a la gente le da mucha vergüenza recibir en su casa la basura que dejó en el contenedor y toma buena nota de que no lo puede hacer”, asegura el alcalde orgulloso, y añade que “tenemos éxito porque la gente colabora, y además, todo el mundo se conoce y siempre hay ojos que ven”, asegura.
Y es que las cifras hablan por sí solas: mientras que la media del entorno genera unos 500 kilos de basura por habitante al año, este municipio de unos 1.600 habitantes la ha reducido a menos de 300 kilos en los últimos 5 años, en concreto a unos 234,49 kilos por persona, una cantidad que ha permitido que el Concello pueda congelar la tasa de recogida de basura y limitarla a 48 euros anuales por vivienda.
Los vecinos lo han entendido a la primera: “Cuanto más reciclemos mejor nos va a todos porque pagamos menos y cuidamos el medio ambiente”, nos cuenta uno.
La campaña ha calado bien: la eficacia del servicio es tal que el camión de la basura sólo tiene que salir dos veces por semana, limitándose a una en las zonas donde menos residuos se generan; y a su vez, el combustible utilizado por los vehículos se financia con la recaudación del reciclaje de los envases del contenedor amarillo. Todo un ejemplo de concienciación por el ahorro y el cuidado del medio ambiente, que todos los ayuntamientos deberían seguir.
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